Garambainas en el bar ─ Capítulo 2

A la mañana siguiente nos encontrábamos los tres en el sofá acompañados por una horrible resaca. Óscar se había preparado unas tostadas con mermelada de las que iba dando pequeños mordiscos, como si no quisiera que se acabasen nunca y Jorge se limitó a dar tragos de cerveza. Decía que así liviaba la resaca. Yo me preparé lo de siempre, un bol de cereales enorme con el tetra brik de leche y el paquete de cereales al lado, para poderme rellenar el bol cada dos por tes. Así empezábamos el día. Era sábado.

─¿Cómo se llama el bar?─ preguntó Jorge.

─¿Qué bar?─ contesté.

─El de ayer joder...El que nos echaron a patadas.

─¿Vas a volver allí?

─No.

─Entonces cállate.

─¿Que coño vamos a hacer hoy?─ preguntó Óscar.

─Mmmm... creo que he leído algo de una fiesta en el Facebook ─dije─. Voy a mirarlo.

─Mierda, estoy gordo...─Murmuró Jorge, para sí mismo.─No me acordaba...Óscar, dame las tostadas.

─No, no...─Dijo el aludido.─Antes las tiro a la basura.

─Vale, es en casa de Fran, sobre las 10...─Comenté, a nadie en concreto.─ Está conectado, ahora le pregunto los detalles.

─Puto judío, ¿que te cuesta? Sólo quiero un mordisco.─Gimoteaba Jorge, juntando los dedos de las manos a la italiana.

─Hm... Que tostadas tan crujientes y tan mías. En realidad ni siquiera me gusta su sabor, ni tengo demasiado hambre, pero me obligo a comerlas porque son muy mías...

─Dice que cada uno trae su bebida... Ellos ponen el hielo.

─Tu madre tampoco sabe bien, pero me obligo a zamparme su coño gigante cada...

─¿Si? Que raro, el de tu madre sabe a yogur.

─Eh, me pregunta si podemos traer a algunas tías.─Continué, alzando la voz.─¡Mute! ¿A quien avisamos?

─La madre de Jorge no podrá, su esquina se pone a tope los sábados.

─Que resaca tengo...─Dijo Jorge. Luego se tiró un pedo.─Ohhh... ¿Que tal a Andrea y su grupito de nimfómanas?

─Pues...Llámalas tío─ordené─, yo no tengo ningún número.

─Después, primero iré a cagar─informó Jorge mientras se levantaba del sofá─. A cagar mucho.

Asqueé al imaginarme la situación. Jorge cagando era insuperable. Era capaz de leerse 40 páginas de un libro de un tirón mientras cagaba. Luego no había cojones para entrar al lavabo.

Encendí la tele a petición de Óscar. Se había terminado las tostadas y ahora deseaba ver algo para entretenerse. Iba cambiando canales en busca de algo decente, pero a medida que iba llegando al final del listado de canales la esperanza de encontrar algo se esfumaba. Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, pero es mentira. No daban nada bueno. Todo eran programas que acumulaban purria y más purria. A decir verdad, la televisión iba en declive y no había ninguna jodida cadena dispuesta a remediarlo.

─¡A tomar por culo!─dije cabreado, y apagué la tele.

─¡No!─replicó Óscar, levantando las manos─. Deja ese programa de las cajas tío, hay 600.000€ de bote.

─Que a tomar por culo tío...

Yo dominaba la tele. Era mi tele.

─No me coje la llamada─ dijo Jorge al volver. Se sentó.

─¿A quién has llamado?

─Andrea, sólo tengo el de ella.

─Bien, esperamos un poco y lo intentas de nuevo.

─Si...

Entonces sonó el móvil. Era Andrea.

─¿Jorge?

─Sí, yo.

─¿Me has llamado?

─No me jodas. Sabes que sí.

─Bueno, vale...

─Bien, escucha. Hoy hay una fiesta en casa de Fran, el marica, y nos ha dicho que traigamos a algunas chicas. ¿Os apetece venir?

─¡Sí! ¡Claro! ¿A qué hora?

─A las 10 creo, no estoy seguro. Te enviaré un mensaje con los detalles. Ya te adelanto que la bebida va por vuestra cuenta. Los condones también, juju.

─¡Pff! De acuerdo.

─Hoy te follo.

─Que te jodan capullo, jeje.

─Adiós.

─Adiós Jorge.