Acechando cual hiena hambrienta que vigila con cautela a su
presa, bajo el refugio que ofrece la oscura bóveda celestial, se encontraba
Carmilla, sedienta, ansiosa, perturbada… contemplando con deleite desde su
ventana el sueño apacible de Laura,
hermosa niña de tez pálida que, sin saberlo, se había convertido en objeto de
las sexuales fantasías de la joven vampira.
Con asombroso
sigilo, caminando de una forma casi tan silenciosa que parecía estar levitando
por el suelo, se dirigió hacia el dormitorio de su amada. Se tomó unos segundos
bajo el marco de la puerta, quizás recapacitando sobre lo que iba a hacer;
cavilando sobre si merecía la pena o no profanar semejante belleza aún sin
florecer, dulce, almibarada… Lo desechó. Después de todo el tiempo que había
estado esperando para conseguirla, para poder tenerla, no iba a dejarla
escapar. Por nada del mundo. Respiró profundamente antes de encaminarse de
nuevo hacia su objetivo. Se acercó hacia los pies de la cama de hierro forjado
y con sus dedos huesudos pinzó el borde de la sábana de seda que sobresalía
quedando colgada sobre el colchón, y comenzó a deslizarla suavemente, con
parsimonia, con lentitud; recreándose con cada detalle de esa anatomía a medio
formar que dejaba el descubierto. Cuando
hubo quedado completamente destapada, Carmilla se encaramó al lecho, reptando
sobre el cuerpo de Laura, acariciando sus piernas por debajo del camisón. Se detuvo
cuando sus rostros quedaron a la misma altura, la miró, la observó, paso su
nariz por la mejilla de la niña, olfateándola como una loba hambrienta de sexo.
Gimió cuando su aroma infantil le llenó las fosas nasales, casi al borde del
orgasmo.
Y sin más
preámbulos, Carmilla apartó los bucles cobrizos de Laura dejando al desnudo su
cuello aterciopelado, lo palpó casi a tientas en busca de su pulso, allí por
donde la sangre circula más abundante, más caliente, más sabrosa. Abrió sus
fauces, acercó sus colmillos y… Laura despertó. Sobresaltada, con la
respiración acelerada, saltó de la cama y recorrió la habitación en busca de
esa presencia que acababa de atromentarla.
Y esta fue la
primera noche que Laura soñó con Carmilla. Y desde luego, no sería la última.
Nota de la autora:
En 1872 Sheridan Le Fanu, basándose en la historia de la hermosa condesa
Elizabeth Bathory, escribió “Carmilla”,
historia de una joven vampira que forma parte de la colección "In a glass darkly" y que acabaría por convertirse en antecedente de
las novelas de vampiros, siendo precursora del mismísimo “Drácula” de Bram
Stoker.
Lo recuerdo Bien... me encanta... mis felicitaciones, es parte del pedido especial??
ResponderEliminarjeje espero que si...
Un besote.
No he recibido ningún pedido de momento... pero igualmente me alegra que te guste. Gracias
ResponderEliminarCálida, apetitosa...esa verde sierpe de sangre henchida bajo la seda blanca de su cuello...
ResponderEliminarTe devuelvo las gracias, maestra por el deleite de leerte una vez más. ksss
Maestra?? ._.
ResponderEliminarCreo que te has pasado...
wauuu!!!, que historia sin duda hay hay que buscar ese libro "carmilla" y leerlo, me gusto mucho, felicidades.
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