Ella le descubrió solitario un día, mientras jugaba alegre entre los perales, buscando inocente casitas de pitufos, la princesita se paseaba con sus vestidos rosas en organza y broderie, de la mano arrastraba una muñeca, se había acostumbrado a jugar así, libre e inocente, el niño la miró con sus ojos cargados en resentimiento se dio la media vuelta y la dejó ahí.
Al cabo de un rato escucho a la princesa llorar, su madre la había castigado por haber roto el lindo vestido, él la observaba a la distancia, así permanecieron mucho tiempo, meses quizás, un día el padre de la niña la autorizo a hablarle, y ella corrió a el feliz, le gustaba mucho ese niño la luz celeste que emitía y que hacia juego con sus cristalinos ojos.
No sé que le vez -dijo despectiva la madre un día, es lindo, respondió la niña inocente, los adultos que la escucharon, se voltearon a verlo, era realmente difícil saber cómo era debajo de la gruesa capa de mugre que lo cubría, y no pudieron evitar notar que lo que vestía apenas lograba alcanzar el calificativo de harapos, si mas bien marchaba semidesnudo, con unos pantalones vaqueros rotos y mucho más chicos que él, y una polera que le quedaba demasiado grande.
En un arrebato de humanidad lo tomaron y lo obligaron a bañarse, lo descubrieron tal y como ella lo veía, hermoso, piel blanca y mejillas sonrojadas, y esos ojos celestes que apenas se veían debajo de una gruesa capa de pelo de rubio que caía rebelde en todas direcciones, la vida del niño cambio ese día, dejó la calle y paso a vivir en una casa, pero para la princesa seguía la prohibición de acercarse mucho, su madre no perdonaría jamás ese origen desconocido.
Por años, crecieron solo mirándose, alargando casa segundo juntos, si había que pedir algo, el presto se ofrecía a ir, si ella lo sentía en la puerta, salía a abrir, casa día sin demora a las 6 de la mañana el venia a pedir una manguera, cada día sin demora, a las 6 de la mañana ella, salía y se la entregaba, abría rápido antes de que su madre se diera cuenta de que buscaban, en ese solo intercambio diario, sus manos se encontraban solo unos segundos, suficientes para que ellos sintieran esas chispas eléctricas y sus miradas se encontraran iluminando el resto del día.
Todos los que los veían, rápidamente se hacían cómplices de ellos, propiciaban encuentros, momentos, segundos valiosos para cada uno.
Un día la princesa fue llevada a un almuerzo, unos amigos de la familia que recientemente habían comprado un campo a su hijo menor, al momento del postre, entre risas y helados, a los jóvenes se les pregunto si querían casarse, el hijo menor y la princesa se miraron, ella 14, el 17, los jóvenes se pararon juntos y recogieron la loza, en el lavaplatos se volvieron a mirar y rápidamente acordaron pegarse un tiro antes de casarse, a ella le ofrecían todo, casa, universidad lo que pidiera, solo con un Sí, a él no le preguntaban su opinión, muy gentiles se despidieron, el padre de la chica, no necesito saber más, la madre, la miró severa y le recordó que en la casa conversarían, a la mañana siguiente, a las 6, él no llegó, tampoco al otro día, ni al siguiente, con disimulo y sin preguntar mucho lo averiguo, su adorada madre había comentado que su hija se casaría, porque era lista y esa oferta no se podía rechazar. Y así el simplemente desapareció, y con él toda la ilusión de ella, a veces mira el cielo, y en los días claros lo recuerda, a veces el viento le trae el aroma de aquel a quien secretamente espera, roza su piel y la acaricia, el viento, el viento siempre se lo recuerda.
Bonita historia de amor. Triste historia de amor. Es cierto que todo podría ser tan sencillo, ¿por que lo hacemos tan complicado ? Muy bueno trysha.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, se te extrañana por estos lados y si hacemos lo simple complicado... Un besote.
ResponderEliminarCoincido plenamente con el comentario de Mandragás. Más que excelente escrito el que nos has regalado. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarguau! me ha encantado, es fantástico, aunque el final bastante triste. que horrendas esas reglas sociales, el estatus... deberia mandar el corazon, no la apariencia o cuanto tienes en los bolsillos. estupendo. besos.
ResponderEliminarSI pero a veces nos falta valor...
ResponderEliminargracias por leer... un besote.
como siempre es una maravilla leerte me relaja , y lo disfruto como no tienes idea cada dia te superas a ti misma y dejame desirte , es refrescante saber q afinal de cada estresante semana tengo algo bueno por leer
ResponderEliminarbesotes