Una mala costumbre

Varios han dicho que es un pésimo habito, no es voluntario simplemente se da y no puedo controlarlo. A veces por circunstancias externas o por el mero hecho del cansancio pero cuando lo hago sé que me he condenado.

Puede ser algo estúpido, créeme que lo sé muy bien, no hace falta que me lo repitas. Siempre juego a lo mismo y acabo perdiendo, entonces comprendo muy bien esa frase “no se valora lo que se tiene hasta que se pierde” lo entendí a la perfección cuando me descubro aunque sea durante unos breves segundos del día pensando en lo que pudo haber sido y lo que no fue.

No tiene caso llorar sobre la leche derrama, menudo idiota el que dijo eso. De seguro debe ser un pobre infeliz espiritual, que se pasa el día meditando y esas cosas por el estilo.

Entiendo perfectamente que fue mi culpa, me advirtieron y me advirtieron, hasta el cansancio pero soy muy terco. Ahora no tiene importancia, lo que está hecho ya no se puede cambiar.

Asumo mi condenada y me dirigió al balcón del departamento, si dentro de una semana será “el gran día” entonces… lo festejare como corresponde, está noche celebrare el termino de mi jodida vida llena de vicios y el principio de una semana infernal.

Enciendo un cigarro y me lo llevo a la boca, dejando la cajetilla sobre la mesa, me sirvo tres copas del licor más fuerte que guardo en el mueble de la cocina, dispongo grandes cantidades de comida sobre la mesa y realizo la llamada que ya es habitual. Luego de unos minutos llega mi compañía de esta noche, una preciosa zorrita que tendrá el honor de ser mi última noche de pasión desenfrenada.

Sé que es un pésimo hábito, o mejor dicho tengo una mala costumbre, los excesos, drogas, alcohol, mujeres pero sabes que es lo curioso, todos mis amigos se equivocaban, porque no morí por esos excesos, sino de un maldito enfermo que me atropello en plena avenida. Puede que tengan razón, si esa tarde no me hubiera puesto a putear al conductor de la micro no hubiese tenido que caminar, si… puede que sea cierto, mi peor costumbre, mi peor habito y mi peor exceso es sin duda… mi soberbia.