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Ganador: Especial de Halloween.

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Con una arrazante victoria del 51 % en las votaciones, el ganador de Nuestro Primer Concurso: "Especial de Halloween 2011" es GRVII, Quien había mantenido su identidad y toda su información en el mas absoluto secreto hasta su incorporación a Homefanfics, ahora sabemos que además de ser un joven y talentoso escritor, adora tocar la Guitarra.
¡¡¡Felicitaciones GRVii!!!


Ficha de GRVii:
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Nombre completo: Iván Lozano Trujillo
Edad: 15 años
Influencias: en la música; el rock progresivo, en la escritura; el terror de Stephen King o Thomas Harris, y la fantasía de J.K.Rowling y J.R.R.Tolkien.
Aficiones: La música (rock progresivo, heavy metal, new age...), tocar ya sea piano, guitarra o flauta, escribir y leer en verso y/o prosa, la cinematografía en general (unida a los videojuegos), el senderismo y la pintura.

                                                            Bannack                                                                        

Aquella noche era siniestra, espeluznante, ya a nadie se le ocurriría pasearse por las oscuros calles de aquella ciudad, donde en medio de la nada se podía observar una figura en la carretera, confundible incluso con el polvo. Aquella figura no era más que un chico joven, de unos aproximadamente diecisiete años, que llevaba un elegante traje de gala. Aquel vestido estaba destrozado, y él, lleno de sangre. De repente, en medio de un silencio sepulcral, se sintió un ensordecedor sonido en la lejanía, que tenía apariencia americana típica. Apariencia pacífica y tranquila. 
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Aquel sonido era, probablemente, el de una explosión de un camión lleno de bombonas de butano en mitad de la carretera. El chico, desmayado en plena calle, se levantó. Mil pensamientos le rondaban en la cabeza. ¿Cuál era aquél remoto lugar? ¿Por qué llevaba ese vestido? ¿Qué hacía él, de noche, en medio de la calle de una ciudad que desconocía? Quizá una simple borrachera que le había provocado amnesia? El cielo seguía negro, confuso entre los millones de estrellas que se podían ver. Como si el tiempo se hubiese detenido... para siempre. 

-¿Hola? ¿Hay alguien aquí? -gritaba al vacío. 

Sus palabras se perdían, sin ninguna respuesta, provocándole un fuerte nudo en su garganta. Un teléfono móvil se encontraba en su bolsillo. Una sencilla llamada a un familiar, cualquiera, habría sido suficiente para salir de aquella pesadilla, pero en la agenda sólo figuraba un único y exclusivo número telefónico. En aquella situación de pánico extremo, era inevitable llamar. 

-¿Sí? ¿Dígame? ¿Quién es? 

-Ehm... sí, soy... 

No recordaba su nombre. Se había esfumado de la misma manera que una pelota se colaba en el patio vecino en el jardín del patio del recreo. De pronto, una sensación de incómoda calor le recorrió el cuerpo. Entonces recordó que tenía el teléfono una persona que no conocía de nada. Prosiguió: 

-Oiga, no sé quién es usted, pero necesito su ayuda. ¿Podría enviar una ambulancia a... -miró precipitadamente un cartel situado en la esquina de la calle- ...Banack? Me he roto una pierna. 

-¿Ramón? ¿Eres tú? Madre que te parió, tío, tu familia lleva semanas preocupadísimos por ti. ¿Bannack? Estás fumado, ese es uno de esos pueblos fantasmas en Estados Unidos. ¿Dónde has estado? Pensábamos que te habían secuestrado, o algo así. ¿Qué dices, que te has roto una pierna? Se ... Ra ... ven a. .. las ocho. Ne ... tu ... por favor. 

El teléfono dejó de dar señal de golpe. Se había quedado sin batería. Una sensación de angustia y miedo le penetró en el pecho. ¿Pueblo fantasma? ¿Había llegado a Estados Unidos en menos de una semana sin saber cómo? La situación se complicaba. No tenía ninguna compañía, claro, allí no había nadie. Todo estaba desierto, incomunicado.

***

Se precipitó a buscar cualquier establecimiento público de la zona, para ver si había alguien que pudiera ayudarle. Se le ocurrió que un hospital sería la mejor idea, y muy útil en aquellas circunstancias. Teniendo en cuenta que quizás no había nadie en toda la ciudad, valía la pena probar suerte. Entró en un hospital que había dos manzanas hacia la derecha. Si había alguien en aquella ciudad y, concretamente en el hospital, podría llamar y recibir atención médica. Entonces, comenzaría a investigar de qué iba todo aquello. 


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-¿Hola? ¿Hay alguien aquí? -ni su propio eco le contestó. Pasaron cinco, diez minutos ... y todas las luces de aquél recinto se encendieron de repente. 

-Hospital Bannack municipal, curamos tus heridas. Hospital Bannack municipal, curamos tus heridas. Hospital ... -Aquellos altavoces emitían monótonamente la grabación. 

-Hospital ... NACK ... herida ... -La voz empezaba a desvanecerse, como si se agotara la energía. 


En ese momento, se volvieron a apagar las luces. Durante otros cinco minutos, nuestro protagonista, llamémosle Ramón, se quedó perplejo, con la sangre helada y los ojos abiertos como platos. Cuando tuvo el corazón valiente para salir de aquel edificio, las puertas se cerraron de un golpe, en el mismo momento en el que una figura comenzaba a bajar por las escaleras. 

Al bajar, se detuvo a dos metros de él y, con una expresión de desprecio, le dijo: 

-¿Qué haces aquí? Creo que ya tuviste suficiente la otra vez. -era una enfermera joven, atractiva, con un aspecto descuidado y expresión... casi robótica. 

-¿Bien? ¿De qué? ¿Quién es usted? ¿De qué está hablando? 

-No me digas que no te duele la pierna. 

-Sí ... la tengo rota. Mire, señora, me he despertado en medio de la calle y sufro amnesia, quizás por una borrachera y he pensado que aquí alguien podría ayudarme ... 

-Te duele la pierna, ¿eh? Sí, la amnesia lo habíamos tenido en cuenta... Efectos secundarios. Han habido muchos pacientes en este psiquiátrico, pero ninguno tan agresivo como tú. Dime, ¿quién eres? 

Le había cogido desprevenido. No, aquello no era un hospital, sino un psiquiátrico. ¿Cómo podía haber escuchado y leído la palabra "Hospital"? Estaba completamente loco. El hecho de que dijera que era agresivo daba sentido a que se hubiera roto la pierna -lo que le había hecho cojear todo el camino-. Pero... él había estado en aquel psiquiátrico, y probablemente, se había escapado. La cuestión era responder a la pregunta. De momento, no tenía respuesta. Desconcertado, respondió: 

-Yo... sólo quiero recordar... 

-Ven conmigo -dijo la enfermera con un risa floja-. Recordarás. 

Le indicó que la siguiera a una sala en el piso de arriba donde había, en medio, una cama. Alrededor, todo estaba lleno de máquinas, súper-ordenadores, luces y extraños sonidos. 

-Ponte aquí y túmbate. Se trata de una operación para recobrar la memoria. Deberás recibir unas descargas eléctricas, pero no es nada importante. 

Su expresión de burla lo estaba inquietando. Aquella enfermera no decía la verdad. Lo sabía. Pretendía algo... Ella sabía qué le estaba pasando, pero una sensación de terror le empujó a tumbarse en la cama y dejarse atar las cuerdas en las extremidades.

***

Ramón despertó, instantes después, en medio de Bannack. Otra vez. Volvía a tener una pierna rota y un elegante vestido de gala, lleno de sangre. Era de noche y un inquietante silencio se lo comía por dentro. Otra vez. Su teléfono estaba sonando y en un acto de angustia y desesperación, lo lanzó contra la pared más cercana y éste se rompió en diminutos trozos. 

-¡¡¡¡¿¿¿Qué está pasando ???!!!! -aquel grito resonó por toda la ciudad, durante segundos. 

Fuera de sí, sólo se le ocurrió hacer una visita al manicomio. Su pierna le dolía mucho, como la última vez. Había entrado en un estado de locura extrema. Quizás asesinar aquella enfermera no le costaría tanto, de esta manera, acabaría el bucle en el tiempo -o quién sabe, el sueño de un sueño- que se estaba produciendo. Necesitaba un arma. 

Dos calles más allá había una tienda de caza, donde podría obtener, quizás, un Winchester. No llevaba nada encima para pagar, pero estaba seguro de que allí no había nadie. Una vez allí, encontró la puerta abierta. Una "biblioteca" de armas de alta calidad estaba a su disposición allí dentro. Cogió una pistola, introdujo las balas... y se fue a matar a aquella enfermera. 

-¡Eh, guapa! ¡Tengo algo para ti! ¡A ver si ahora me pones en una maldita máquina! 

Estaba eufórico. Quería realmente matar esa enfermera. Cuando entró por la puerta de aquel recinto, Ramón notó una sensación de escalofrío en su cabeza. Las luces, antes apagadas, se habían encendido de golpe. 

-Hospital Bannack municipal, curamos tus heridas. Hospital Bannack municipal, curamos tus heridas. Hospital ... -otra vez, se desvanecía la voz, y las luces se volvían a apagar. 

-Sal, ¡maldita! ¡¡VENGA, JODIDA COBARDE!! -apuntaba fijamente a la puerta de las escaleras, donde antes había salido. Mantenía la posición y le temblaban las piernas y el pulso, sin poder mantener su puntería. 

-¿Quieres decir que te duele la pierna? ¿Quieres que ... te cure? -la voz salió de golpe de las escaleras y, al bajar, Ramón gritó terroríficamente. 

-¡¡¡¡AAAARGH!!!! -en el más terrorífico momento disparó contra la enfermera, le vació el cargador en menos de cinco segundos y, ésta, se desplomó cayendo sobre el sucio suelo de aquel viejo manicomio.

-Sí, sí... yo he ganado... ¡y tú has perdido! ¡Ja, ja, ja! -.Eufórico, se dio cuenta de que realmente las circunstancias lo habían conducido a la locura. 

Pero él pensaba que estaba fuera de peligro. Mantendría unos días de reposo usando medicamentos de los que podría disponer en ese centro abandonado, intentaría establecer comunicación con el mundo externo y conseguiría salir de allí, entrar en un manicomio de verdad y recordar su vida. Tenía toda esta fantasía montada cuando... 

Cinco enfermeras bajaban por las escaleras, todas ellas con el mismo rostro de la que había acribillado hacía escasos minutos. Antes de que pudiera pensar, le habían arrebatado la pistola y cogido por las piernas y brazos. Histérico, se movía compulsivamente como si le estuvieran clavando agujas por todo el cuerpo, intentando deshacerse de las ansiosas zarpas de las enfermeras. 

Le ataron, costosamente, en la cama. Le conectaron con gruesos cables de al menos dos centímetros, de cabeza, hacia las máquinas. Gritaba, las insultaba y blasfemaba continuamente, pero ellas no respondían de ninguna manera... seguían. 

-¡No! ¡Por favor, no! 

-Eso no te hará daño, será un momento. Tienes que... recordar -decían todas ellas al mismo tiempo, compenetradas perfectamente. 

-¡¡¡¡¡¡NOOO!!!!!! 

-Iniciación en 3, 2, 1... 

Segundos después, se despertó en los oscuros y siniestros barrios de Bannack, vestido con un elegante traje de gala. Él, estaba lleno de sangre y le dolía mucho la pierna. Estaba rota. El teléfono le estaba sonando y, latiendo el corazón más rápidamente que nunca en su vida, por alguna razón, contestó, con una voz llena de miedo a punto de quebrarse. 

-¿Sí? 

Sonó una voz femenina. 

-Hola, Ramón... ¿Aún te duele la pierna?