Fuck the police [cap 11]

bueno, señoras y señores, aqui os dejo el capitulo 11 de Fuck the Police ;D

CAP. 11: Welcome to the Black parade

Estaba delante del espejo, intentando hacer el nudo de la corbata. Mikey estaba a mi lado, haciendo lo mismo, aunque él estaba teniendo mayor éxito. Levábamos un traje negro, camisa también negra y corbata roja.

-Mikey, ¿me ayudas?- le pregunté, desistiendo y soltando el buruño que ahora era mi corbata. Mikey me miró de reojo, y se dio cuenta de problema, sonriendo. Terminó su propio nudo y cogió mi corbata entre sus manos. Suspiró con resignación y empezó a deshacer el desastre que yo había ocasionado.

-Chicos, daos prisa, no quiero llegar tarde.- dijo Gerard, entrando en el cuarto de Mikey. Ambos levantamos la cabeza.

-Ahora bajamos, espera que termine con…- empezó a decir Mikey

-Házselo en el coche, no tenemos tiempo.- le cortó Gerard, cogiéndonos de la mano y arrastrando de nosotros escaleras abajo.

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Gerard conducía rápidamente por las calles del barrio residencial en el que vivamos. Eran las 6 de la tarde y la gente empezaba a irse al refugio de sus casas. Aunque este era un barrio relativamente seguro, seguíamos estando en Nueva Jersey. Cuando cae la noche, los parque que por las mañanas se llenan de niños, por las noches son el territorio de mafias y bandas callejeras.

Los tres estábamos en silencio. Mikey y yo estábamos en la parte trasera, del coche.

-¿Estáis preparados para vuestro primer acto como miembros de Prency Prep?- preguntó Gerard, rompiendo el silencio. Mikey me miró de soslayo. Ambos habíamos aceptado unirnos a la banda de Gerard, aunque Mikey no estaba a gusto con esa decisión, yo había conseguido convencerle.

-Nadie está preparado para un funeral.- dije yo.

-Además, no le conocíamos prácticamente.- siguió Mikey.- Todavía no se que hacemos aquí…- Refunfuñó. Él siempre había tenido una gran aversión a los cementerios, desde que era muy pequeño.

-Mikey, deja de quejarte.- le calló Gerard.

No volvimos a hablar en lo que quedaba de trayecto.

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Vimos el cementerio a lo lejos. Estaba rodeado por una alta valla negra. En la puerta estaban Bert y Ray esperándonos. Los cinco íbamos vestidos de la misma manera. Traje negro, y corbata roja.

-Llegáis tarde.- nos reprochó Ray nada mas vernos.

-Hola a ti también.- Le contestó Gerard, haciendo caso omiso a lo que había dicho. Bert se acercó a nosotros. Cogió a Gerard por la cintura y, sin decir nada, empezó a besarle. Mikey yo nos alejamos incómodos y sorprendidos. Ray bajó la mirada y suspiró con resignación.- ¿Podríais cortaros un poco? Estamos en un cementerio…-

Ellos se separaron. Bert le dedicó una mirada de fastidio y los cinco empezamos a caminar por el sendero de piedras, que atravesaba todo el lugar.

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-Robert Brayar, estará siempre en nuestros corazones…- decía el cura. Estábamos todos en la pequeña capilla que había dentro del cementerio. Era un lugar oscuro y cerrado.

Se diferenciaba claramente quienes eran los amigos de Bob y quienes sus familiares. En la parte izquierda, todos iban vestidos con ropa cara, joyas y perlas.

Por el contrario, en la parte derecha, todos iban con su característico estilo rebelde, aunque formales, para la ocasión. Pero los tatuajes, pircings y los estrambóticos tintes de pelo, no se podían disimular.

Vi a Quinn a lo lejos. Mikey me había contado el porque de su marcha de la banda. No le culpaba por querer irse. Tiene que ser horrible ver a la persona que quieres con otro. No me lo quería ni imaginar.

También vi a Jared un poco más allá. Él también me miró y levantó la mano a modo de saludo.

Él cura terminó con el sermón.-Llegados a este momento, a alguno de ustedes le gustaría decir unas palabras?- dijo, con una sonrisa en el rostro.

Un chico, de unos 15 años se levantó. Tenía el pelo más rubio que había visto en mi vida. Todavía poseía parte de la redondez facial de la infancia.

Caminó con paso firme hacia el altar, donde estaba situado el cura. Una vez allí, se aclaró la garganta y nos miró a todos los allí presentes. Sus ojos eran claros como el agua, de un azul que te traspasaba.

- Mi… mi hermano… era la persona que mas admiraba.- dijo él, con voz entrecortada.   -Sé que se equivocó en muchas cosas, y que muchas de sus decisiones no fueron las mas acertadas, pero yo le quería. Él hubiese hecho cualquier cosa por mi.- hizo una breva pausa, para tomar aire. - Me… me acuerdo que una vez, habían unos chicos en el colegio que no paraban de meterse conmigo. Yo no quería contárselo a nadie, pero Bob se dio cuenta. Fue al colegio y habló con los profesores. Durante un tiempo, la situación mejoró, pero ellos no podían estar vigilando siempre, y un día, en los baños, me rompieron todos los libros y los materiales. Cuando Bob me vio, no perdió la calma. “tienes que enfrentarte a ellos”, me dijo. Yo estaba muy asustado, pero él me enseñó como podía defenderme. Durante semanas, estuvimos todas las tardes entrenando. Días después, cuando yo ya estaba preparado, ellos 4 empezaron a molestarme de nuevo. Pero esa vez si que pude defenderme. Hubiese sido muy fácil para mi hermano ir a pegarles una paliza. Ellos me hubieran dejado en paz de la misma manera, pero él prefirió perder su tiempo para que fuera yo mismo el que me hiciera respetar.

Hubo un breve silencio, en el que todos asimilamos sus palabras.

 Lo único en lo que pude pensar, fue en que me hubiese encantado conocerle.

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El ruido en el Fuck The Police, esta noche parecía menor. Todos estábamos allí reunidos, bebiendo y hablando de Bob. Mikey yo estábamos allí para hacer acto de presencia. Empezar a conocer a la gente, familiarizarnos con el ambiente, etc.

Mikey yo nos sentamos en la barra y nos pedimos unas cervezas, las cuartas de la noche. Noté una ligera vibración en el bolsillo del pantalón. Saqué el móvil y vi como la foto de mi madre parpadeaba en la pantalla.

- Ahora vengo.- le dije a Mikey. Él asintió.

Aunque hoy el local estaba mas tranquilo, seguía siendo imposible mantener una conversación por teléfono en su interior, así que corrí rápidamente hacia la puerta trasera, que era el único lugar aparentemente tranquilo.

Cuando cerré la puerta detrás de mí me encontré en un  oscuro y maloliente callejón que utilizaban para tirar la basura del bar. Había una pequeña luz en la puerta, que daba hacia el interior de este, que apenas iluminaba el callejón.

Cogí la llamada, no quería hacer esperar a mi madre.

-Hola mamá.- saludé.

-¿Dónde estas?- me preguntó inquisitiva. Desde que nos habían detenido, estaba con una actitud de desconfianza total hacia mí.

- Estoy en el fuck the police, con Mikey y unos amigos.- le contesté.

-¿A estas horas? ¡Vuelve inmediatamente a casa! Mañana tienes que ir al instituto, o es que acaso se te ha olvidado? no tienes que descuidar tus estudios!- mi madre empezó a sermonearme. Aguanté el tipo hasta que ella decidió que era suficiente. Le dije que me volvería rápidamente a casa y colgó. No la culpaba por preocuparse, me merecía todo eso y mas.

Estaba abriendo la puerta para volver a entrar, cuando vi una sombra a mi derecha. Presté más atención y vi que eran dos personas, que se estaban besando. No era asunto mío, así que abrí más todavía la puerta. Entonces la luz los iluminó y vi la cara de Bert. Seguramente él y Gerard habían ido allí buscando un poco de intimidad.

Entré finalmente en el fuck the police, antes de ir a la barra, me pasé por los baños. Esa noche había tomado mucha cerveza y me estaba meando.

Me senté de nuevo al lado de Mikey. Gerard y Bert estaban de nuevo en el grupo.

- Chicos, yo me voy a tener que ir ya…- dije cogiendo mi chaqueta.

-Yo también tengo que irme.- dijo Ray.- le dije a la niñera de Penélope que no llegaría mas tarde de la 1. Si quieres te puedo llevar en coche, Frank. - me dijo.

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Íbamos en el monovolumen azul eléctrico de Ray, camino a mi casa.

-Oye Ray… ¿tienes una hija?- le pregunté con curiosidad.

-¿Qué? No!!- negó divertido Ray. - Penélope es mi hermana pequeña.- me aclaró.

Es una niña preciosa, tiene 5 años. Mi madre se quedó embaraza muy tarde. Ahora soy yo el que se hace cargo de ella, por que mis padres murieron pocos meses después de que ella naciese.- dijo él. Yo me quedé de piedra, no me imaginaba que Ray tuviese una vida tan complicada.

-Vaya… lo siento. ¿Cómo fue?- dije educadamente.

-Venían de una cena con los compañeros de trabajo de mi padre, y un borracho se estampó contra su coche.- me contestó. Yo me quedé en un incomodo silencio. No debería haberle preguntado.

-Bueno, ¿y qué te ha parecido la gente?- me preguntó él, sacando un tema de conversación.

- La verdad hay muy poca gente que conozca….- admití. No me acordaba de casi ningún nombre. -Excepto Jared, que le conozco del instituto, y vosotros…- le dije tímidamente.

-Bueno, pues entonces, ¿que opinas de nosotros?- preguntó él divertido. Me encantaba la actitud risueña y positiva de Ray. Incluso en esos duros momentos, tenia una amplia sonrisa en la cara.

-Bueno, a Mikey le conozco desde que llevábamos pañales, y tu, me caes muy bien.- dije vergonzoso.-Y Gerard y Bert…. Bueno, son muy apasionados, pero imagino que me acostumbraré.

-Si… hoy en el cementerio, se han pasado un poco…

-Ya. Parece, como si no pudiesen vivir sin estar pegados el uno al otro. Aunque, por lo menos, hoy por la noche han salido fuera del bar, hubiera sido muy incomodo, estando todos de luto…

- ¿Hoy? ¿Cuándo?- preguntó Ray confundido.

-Antes, cuando he salido para hablar con mi madre, los he visto besándose en el callejón.- le contesté

- ¿Seguro que eran ellos?- me preguntó Ray.

-Si, segurísimo que eran Gerard y Bert.- le dije yo, los había visto perfectamente.

Ray simplemente asintió, y siguió conduciendo.