Ha pasado Halloween y las calabazas han empezado a tomar la iniciativa recogiendo humanos para maquillarlos con caprichosos arabescos de vivos colores trazados sobre su pálida y fina piel; han comenzado también a tocar las cabezas de los desdichados con extraños entramados herbáceos a modo de sombrero. Para rematar bien la faena, los narcotizan con cualquier adormidera del bosque y colocan sus cuerpos inertes en posición de sentados sobre las ramas más altas de los árboles.
Luego, si empieza a llover, los dejan ahí olvidados, con sus improvisados disfraces súbitamente surcados por regueros de tintas entremezcladas y desleídas por el agua. Sólo los más atrevidos se quedan en los claros para lanzarles piedras desde abajo mientras danzan una grotesca y torpe gavota que suelen acompañar con espantosos gritos guturales e ininteligibles que suenan algo así como: tguuuko o tgaaakto, tggguuuko o tgggaaaakto…
Interesante escrito, aunque asqueroso de visualisar... lo que demuestra una vez las geniales descripciones, mis felicitaciones.
ResponderEliminarEn un universo paralelo en donde las calabazas te adornan, la gente camina con las manos y los políticos dicen la verdad. (No me lo creo ni yo ¬¬)
ResponderEliminarBravo, maestro!!
me encanto, muy buena y las descripciones magnificas, felicidades.
ResponderEliminarEl mago se inclina ante vos, amigas.
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