Avanzo decidida por las calles de la ciudad, pasando y pasando gente a mi alrededor sin siquiera tomarme la molestia de mirarlas y para qué hacerlo si lo más probable es que nunca más los vuelva a ver. Cruzo el umbral del edificio donde trabajo, me detengo a pasos de la entrada e instintivamente alzo la vista, como si una fuerza misteriosa me guiara a hacerlo. Me quedo unos segundos paralizada, tuve la visión más hermosa del mundo. Me miraba de una manera intensa que me hizo perder la noción del tiempo durante unos segundos. Figura esbelta y elegante, tez pálida, cabellos oscuros, no logre distinguir el color de sus ojos pero de seguro son preciosos, tenía la boca semiabierta y los primeros botones de la camisa abiertos, sin duda es la cosita más hermosa que mis ojos han visto. El ruido de los papeles que traía en mi mano cayendo me sacó de mi ensimismamiento.
El guardia que rondaba alrededor me ayudo a recogerlos, le agradecí con una sonrisa y me voltee a observar al segundo piso pero mi hermosa alucinación había desaparecido.
El resto del día fue tan normal y aburrido como siempre. Me quede unas horas más tarde de lo habitual revisando unos papeles y terminando unos informes pendientes. Un ruido en el pasillo me sobresalto, me levante un poco temerosa y abrí la puerta observando por el pasillo.
-¿hay alguien ahí?-
Salía a mirar al primer piso y regrese a mi oficina, cerré la puerta y casi me da un infarto al ver a mi hermosa alucinación cerca de mi escritorio, deje la puerta entreabierta y lo observe curiosa.
-disculpa pero…- perdóname por entrar así pero me dijeron que podías ayudarme- claro, toma asiento- fui a mi lugar y lo observe sonriendo- y bien, ¿en qué puedo ayudarte?- es algo complicado pero…- entiendo ¿Cuál es tu nombre?- Leonardo…- muy bien, ¿Cuál es el problema?- es que… es complicado y…- relájate, no te hare nada, no muerdo- sonreí- si…- ¿necesitas algún documento?- no… es que yo…-
Me miro fijamente, pudo ver como sus ojos mostraban un extraño brillo rojizo, conocía muy bien esa mirada me levante rápidamente y me abalance sobre él dejándolo en el suelo, sacó el arma que cargaba hace mucho tiempo… porque nuestro encuentro fue hace tres años, tres malditos años.
-¿Cómo te atreves a venir aquí?- necesito tu ayuda- ¿mi ayuda? No juegues conmigo, maldito moustro- esbozo una sonrisa, dejando de hacerse el inocente- así que aun me odias, con razón dicen que las mujeres son rencorosas, francamente pareces un gato, un lindo gatito- cállate- bueno gatita pero esta vez no tengo asuntos contigo- bastardo- no puedo explicártelo ahora pero necesito tu ayuda, tengo que ocultarme unos días- vete de aquí antes de que te mate- pero- ¡maldito, mataste a mi padre sin siquiera tener piedad y vienes a pedirme un favor!, vete maldito- vamos gatita no seas rencorosa- ándate- no me quedare en tu casa gratis, puedo pagarte muy bien- no me interesa el dinero- no dije eso- se desabrocho los dos primeros botones de la camisa- ¿Qué dices?- sonreí apuntándole a la cabeza- ahora eres quien se comporta como un gato en celo- sé que lo deseas, no puedes reprimir tus instintos, después de todo, somos cazador y presa-
Sacó un cuchillo y se hizo un corte el palma de la mano, marco una parte de su cuello con la sangre y me observo sonriendo. Ese maldito conocía muy bien mis debilidades pero más que la sangre, lo que mi cuerpo anhelaba era tenerlo a él, dejar de su presa y volverme su cazadora. Me acerque sin poder aguantar el impulso y lamí la sangre de su cuello, ese maldito me había vuelto a engañar.
Lo vi sonreír victorioso y por fin tomó su forma real, tez pálida, cabellos plateados, ojos rojizos y una encantadora sonrisa en sus labios. Si yo soy un moustro, está cosa frente a mí es una abominación, la abominación más hermosa que he visto, bastardo… no sabes cuánto te detesto.
Me miras fijamente y te quitas la camisa, acaricio las cicatrices de tus incontables batalles contra seres oscuros como yo, hubo un tiempo en que esas marcas me molestaban… porque también existió un tiempo en que yo te amaba… y tal como lo has dicho era una maldita gata en celo que solo deseaba marcarte. Acaricias mi mejilla como si leyeras mis pensamientos, eso me demuestran tus palabras.
-tranquila gatito, desde que nos separamos hace tres años no he permitido que nadie se atreva a marcarme- ¿Qué pretendes…?... parece que no te basto con asesinar a mi padre… a mi clan… de usarme como si fuera…- nunca te use pero estaba siguiendo órdenes- ¿Qué ordenes?- matar a tu clan pero…- ¿pero qué?- no pude asesinarte ¿Acaso no lo entiendes?- no- por tu culpa tuve que asesinar a mi contratista en esa ocasión- ¿Qué…?- lo hice por ti gatita, iba a lastimarte pero sabes, solo yo tengo el derecho a matarte- cállate…- parece que no lo entiendes preciosa, el día en que nos conocimos nuestros papeles cambiaron, me volví la presa, presa de tu amor, tu cariño, tu calor, presa de tus deseos, haría cualquier cosa por ti- ¿Por qué me abandonaste?- si hago llorar a la persona que amo, no soy bueno y… soy un cobarde pero ahora es distinto, el concejo ya sabe todo y ahora me buscan para matarme- Leonardo…- es bastante irónico ¿no crees?, el cazador se convirtió el presa-
Lo abrace fuertemente y acaricie sus mejillas despacio, aun después de todo este tiempo no lo he olvidado, sigo amándolo como el primer día, puede que seamos rivales y hayamos cometido un grave error al amarnos pero que importa… si eres mío no necesito nada más… tu amor me dará la fuerza para superar cualquier cosa.
Han pasado tres meses desde su visita, termino de guardar mis cosas y tomo un taxi hasta mi departamento. Abro la puerta suspirando pero todo el cansancio desaparece de inmediato al verte, me sonríes coquetamente.
-debiste llamarme para irte a buscar, es peligroso- estoy bien, no soy débil- lo sé, por cierto, te tengo una sorpresa- ¿Cuál?- cierra los ojos y ven conmigo- me condujo por el pasillo hasta la habitación- ábrelos-
Sonreí volteándome a él, sobre la cama estaba uno de esos malditos que pertenece al concejo, el mismo que dio la orden de matar a mi clan, ambos nos dedicamos una sonrisa cómplice y nos acercamos sonriendo. Los colmillos se asoman en nuestras bocas… si, ahora que Leonardo es como yo… estaremos juntos para siempre… para siempre… al fin me he vuelto cazadora y tengo a la única presa que deseo en mis garras.
Simplemente Gauuu, te felicito es genial... me encanta... aunque el cambio de nombre me sorprendio... me he acostumbrado a los chicos, les tengo cariño... jajaja me encanto... y haces que den danas de cuidar a esos demonios.., un besote.
ResponderEliminar