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sábado, 3 de diciembre de 2011

Perdida en Meyer

Quiero llorar
Estaba cansada muy cansada Mike no deja de coquetear al fin llegamos al gimnasio y con eso la clase deporte dio comienzo.
El entrenador ofreció para que me sentara en el gimnasio, pero yo quería jugar al voleibol con los otros, porque era en serio el mejor juego  que había no era por presumir pero yo era extremadamente buena en el.
Mike y Jessica estaban cerca de mi 
-  ¿Quieres servir? -- Mike preguntó mientras me lanzaba la pelota.
 -Claro que sí -- Yo le respondí que fui a la parte posterior de la cancha para servir.
Golpeé la  pelota bien y ampliada en la cancha 
a Jess que le tocada. Me acercó por detrás y golpeó sobre la red ha haciéndonos ganar el primer punto.  

- Impresionante -- gritó Mike.

 Me da un máximo de cinco.
 Jessica miró claramente disgustada, que me hizo tener una punzada de culpa. Es que Mike era tan fácil. Algo que había sido claramente raro para mí en Forks hasta ahora.
Después del partido, la frustración y la agresión Jessica  aun así habíamos ganado, Mike se acercó y me envolvió en un fuerte abrazo, así  que voltee mi cara para ver a Jessica, visiblemente furiosa.

Me cambie lo  más rápido  que puede   para dirigirme a la oficina de la señora Cope, a entregar mi plan de estudio  cuando ya iba a salir de la escuela y  regresar  a casa, Mike me sorprendió. Lo último quenecesitaba era  estar pegada  con él por la tarde. Realmente sólo quería ir a casa
y llorar por la vergüenza de mi día. A pesar de mi breve disfrute de el
juego de voleibol, había sido un día miserable, ya Edward  me odiaba.
Edward no tenía ni siquiera la decencia de estar en la oficina tratando de cambiar su horario. Nada estaba saliendo bien. ¿Cuál fue el punto de  ser Bella si no podía estar con Edward como yo quería?

¿Por qué vivir la vida en el siglo XVI Italia como Julieta, si Romeo  era un completo idiota?
Todo era tan deprimente.
Me dirigí a mi coche  tan rápido como pude, ansiosa  porque el día llegara a su fin. Miré a todas partes a ver si así por lo menos veía a Edward de lejitos, pero no estaba.

 Abrí la puerta de La Bestia, pero ahora que yo estaba sentada en la cabina me preguntaba qué hacer. Yo no podría tratar de sacar  el auto ahora con tanta gente alrededor. Sería no sólo  peligroso, también vergonzoso y sin más empecé a llorar de frustración.

Yo estancada, mirando el volante con creciente frustración y enojo. 
Atrapada  aquí en el patio de la escuela, en un camión estúpido que no podía conducir, y vivir una vida estúpida.
Mi puerta abrió de golpe y Edward estaba tan cerca de mí, mirando como el ángel de la muerte.

- ¿Has venido a matarme?   --Le pregunté.

Su boca se torció con la molestia. Me sequé las lágrimas rápidamente. Yo no podía esperar que  no las hubiera visto. Él era un vampiro y veía todo.

-Hazte a un lado --  dijo con brusquedad.
Obediente, subí torpemente sobre la guantera  y caí  directo en el
asiento de pasajero.

Edward  prendió a la bestia,  y salió de la plaza de aparcamiento

-  ¿Tenían coches en 1918?   --Le pregunté.

Sus dientes  rechinaron  al ver que yo lo observaba con fascinación.
- ¿Quién eres tú? --  Preguntó secamente.
Mi boca se torció.  Soy  Bella Swan  - respondí algo nerviosa aunque el sabía que era mentira.

Fue surrealista sólo  tenerlo allí. Su presencia, a pesar de estar enojado, tenía la extraña habilidad  de acelerar mi corazón.

- ¿Vas a hablar en voz alta como una persona normal? --  espetó Edward Me miraba mientras conducía a través de Forks y La Bestia empujando al máximo de sus capacidades de rendimiento. Me  mordí el interior de la mejilla, pensativa. Edward nunca fue tan... agresivo o enojado con Bella. Nunca quiso asustarla. En cambio,  no le importaba si me asustaba. Él no se preocupaba por mí. Mi mente viajo más allá. A una  escena de la pradera,  Edward acariciando el lado de mi cara como si fuera de porcelana fina. Me sonrojé y miré por la ventana.
 -  Pero yo soy una persona normal --   pensaba yo por dentro.

 - ¿Cómo sabes estas cosas? --  Preguntó Edward, mirando la carretera,

Aunque yo sabía que fácilmente podría conducir, mientras me miraba todo el tiempo.

Magia, pensé, La Bestia se sacudió en una parada repentina en la parte delantera de la casa de Bella. Edward no se dignó a mirarme.

- Regresa al lugar  de dónde vienes --  dijo Edward, volviéndose hacia mí y acercándose a mi cara.

Su voz era suave y dulce como la miel. Podía oler su bello aroma  sentir como  sus labios se acercaban  a los míos.

-      No perteneces  a este lugar - insistió él con suavidad.

Todo en mí estaba de acuerdo con él. Si él estuviera un poco más cerca para que pudiera probar sus los labios. Su aliento fresco rozó mi mejilla mientras  me miraba profundo, y sin vacilar, a los ojos. Mi pulso se aceleró con el aliento enganchado en la anticipación.

¿Iba a darme un beso? ¿Y si hubiera pasado algo por alto? Sus ojos nunca vacilaron cuando acarició los  míos. Su mano se levantó y acarició suavemente  mi rostro, como lo había hecho en mi visión. Aunque sus ojos eran intensos, mi cerebro podrido podía ver que había un cálculo detrás de ellos. Yo lo conocía muy bien para saber que quería.

Mi mente de repente se  desilusionó, porque si me iba a casa no podría estar cerca de él.
 El solo estaba tratando de deslumbrarme para hacerme volver a casa.

1 comentario:

  1. wauuu!!! que capitulo, esta historia me esta enganchando mas y más y más :) espero el siguiente mas que ansiosa. felicidades.

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