Todos los veían junto a aquel maloliente callejón pero nadie se atrevía a hacer notar su presencia y como no, si solo era un chico que vestía ropas mugrosas, los cabellos tapaban sus ojos y se encontraba entre la basura que allí se acumulada. La gente pasaba y pasaba sin prestarle atención alguna, lo que solo le reafirmaba lo vacio de su existencia pero aquella tarde de otoño fue distinta. A lo lejos diviso a aquella persona, una joven de contextura delgada, cabello castaño oscuro que estaban hermosamente atados en una coleta que le llegaba a la cintura. Sus ojos eran dos esmeraldas que resaltaban lo pálido de su piel. La quedo contemplando unos segundos, al notar el paraguas que cargaba recordó que estaba lloviendo, había pasado tantos días, semanas, años a la intemperie que ya había olvidado cómo se sentía la lluvia cuando caía en la piel.
El pasar de los minutos le hizo darse cuenta de que la lluvia solo aumentaba en intensidad, cosa rara ya que no lograba sentirla en su piel. Se quedo cabizbajo, de seguro ocurriría lo mismo pero se equivoco, la joven detuvo su andar y lo observo fijamente con aquellos preciosos orbes. El joven se sonrojo un poco y lo vio, aquella hermosa sonrisa que esa mujer le dedica solo a él. Se acerco sonriendo y le entrego el paraguas para continuar con su camino.
Con el pasar de los días notó que la chica hacia el mismo trayecto tres veces a la semana y que esos tres días se detenía frente a él dedicándole una sonrisa, al principio el joven le respondía con tímidas sonrisas pero con el correr de los días fueron aumentando el contacto y comenzaron a hablar. La chica le resultaba cada vez más interesante y comenzó a llamarla ángel porque en eso se había convertido para él, en su ángel y su salvadora de aquel infernal abandono y silencio.
Un día la joven no llego a la cita, que silenciosamente acordaban tres veces por semana, se preocupo bastante y decidió ir a buscarla, sabía en qué lugar trabajaba, un asilo para ancianos. Llego al lugar raudo y luego de una breve discusión con una de las enfermeras le dieron la noticia “Alice ha muerto”
El joven devastado se dirigió a su habitual callejón, observando los días pasar y también las estaciones del año, cada tres días por semana lloraba en silencio por la pérdida de aquel ángel. Ella le había enseñado lo valioso que podía ser una sonrisa y en un acto que ni siquiera él pudo comprender hizo un pequeño cartelito que dejo a un lado del callejón, eran solo cinco palabras, simples, sin mayor grado de complejidad pero tan importantes para él porque no deseaba olvidar aquel sentimiento que lo invadió al ver por primera vez a su ángel.
“me alquilo por una sonrisa”
Es posible que este un poco sensible, pero me he emocionado...
ResponderEliminaren todo caso el mio diria, me alquilo por un abrazo, aveces hace tanta falta uno...
Me encanto felicidades.
Un besote.
u.u si a veces hace falta un abrazo para subir el animo o unas simples palabras. Pero estoy probando algo nuevo, copio un titulo que me gusto y de ahi invento la historia, "me alquilo por una sonrisa" es un titulo que vi en otro tipo de genero y como me gusto decidi escribir un relato a partir del titulo, al igual que el de "llevame flores" ese es titulo en español de una cancion XD
ResponderEliminarGracias por comentar, besos.