Es entonces cuando esa onda empezó a acercarse a la casa a un velocidad vertiginosa. Era una onda blanca, semitransparente. Fue la que causó “El Retorno”.
El Retorno es nuestro mundo en el año 3573. Es como si hablásemos de la siguiente etapa a la de la Contemporánea. Se le llamó Retorno porque parecía que habíamos vuelto a la Tierra cuando no había nada, sólo arena, montañas, volcanes y lava. El mundo nunca supo cómo podríamos haber sobrevivido durante 1500 años, aproximadamente, dormidos.
Cuando yo, en el año 3588, me desperté en el mismo sillón donde pensaba en quehaceres, estaba mareado con mi ropa toda destrozada, como por garras de animales. Me incorporé. Intenté ver qué había afuera: nada. Un infinito desierto, el que sustituía al viejo bosque. Estaba anonadado. Salí de la casa. Me fijé que tenía una parte del techo destrozada. Eran marcas de un animal feroz, seguramente carnívoro. El calor era sofocante, ya que sólo existía un 10% de la capa de ozono. Pensé que el sitio, para estar tan solitario, sería inseguro, y que tendría que defenderme. Volví a la casa corriendo y busqué alguna herramienta con la que me pudiera defender. Sólo encontré un pequeño cúter, y lo tenía para sobrevivir.
Salí de la casa intentando vigilar lo máximo posible. Pensé que en dirección a la ciudad habría gente. Ante mi decisión, corrí hacia esta, ya que aún recordaba el camino de la ciudad a la caseta. Mientras corría, pensaba en cómo podía recordar ése camino, ya que era largo y difícil de memorizar. Es más, me inquietaba aún más el cómo podía no haber perdido toda mi capacidad mental. Me acordaba de hablar, sumar, restar, leer, escribir, etc., en fin lo básico. Llegué a la ciudad. Estaba desierta, y destrozada: las tiendas saboteadas, las casas con todos los muebles desgarrados y de vez en cuando veía un cadáver. Después de estar analizando el panorama, pensé: <<¿Y en mi casa?>>. Me dirigí allí. Era una de las muchas viviendas que estaba destrozada. No había nadie por ningún lado. En el colegio puede ser que hubiese algún grupo de personas, como reunida o algo, pera protegerse de aquellos ataques de esos animales desconocidos.
Llegué a mi objetivo una vez más. Lo bueno es que por el camino encontré una bicicleta y pude ir a los sitios más rápido. Sentía que los labios se me secaban, y se creaban pequeñas costras que me molestaban bastante. Entré por la puerta principal: nada. Caminé por todo el colegio en busca de alguien o algo, pero ningún alma habitaba allí. <<¿Soy la única persona existente en la Tierra, en este preciso momento?>> pensaba. Estaba sediento y sudaba mucho. Pensé algún sitio donde poder encontrar comida: el supermercado. Pedaleé hasta llegar este. Entré y no había nada ni nadie. Caminaba, muy cansado, por los pasillos intentando encontrar lo que fuera, porque ya no sabía ni qué buscaba. Pensé si la despensa del supermercado tendría algo. Caminé hacia allí. Antes de entrar, noté que algo rompía el inmenso silencio, como un susurro. Asomé la cabeza por la puerta de la despensa y vi un animal de grandes dimensiones, parecido a un leopardo pero de color blanco oscuro, como gris, comiéndose al puede que último cadáver de la Tierra. Me fijé que tenía unas garras enormes, y puede que fuera el causante de muchos desgarros por la ciudad. Me impresionó tanto que escondí la cabeza con un pequeño y agudo grito de susto. Por lo que oí, la bestia se dio cuenta de que algo estaba por su alrededor y escondido. Cogió el cadáver y se lo tragó entero. Olisqueó un poco hasta llegar cerca de la puerta de la despensa. Asomé la cabeza para ver si estaba allí: sí, y me miraba con sus 5 ojos, penetrantes y de color fuego. Dio un rugido muy peculiar, nunca lo había oído. Aterrorizado, empecé a correr. Pensé que la bicicleta, situada en la puerta principal, me daría más ventaja. La cogí, pero yo, un ser torpe, se me enganchó el pantalón a la cadena de esta. El animal dio un salto por encima de mi cabeza, posándose ante mí, con una cara de rabia increíble. Mi mente dijo algo, no sabía qué era..., pero se parecía a una voz femenina, fina y suave, como si fuera mi consciencia. Lo que dijo lo interpreté oralmente:
-¡Quien se pelea, se desea!- le grité a la bestia. Esta se paralizó, y acto seguido, empezó a temblar de una forma rara, como si tuviera convulsiones le salía espuma por la boca. Temblaba cada vez más fuerte, hasta que se desplomó en el suelo.
-Lo he matado. ¡Lo he matado con una frase!
Una historia interesante y atractiva tienes mi atencion... te sigo, felicitaciones...
ResponderEliminarUn besote...
Jaja, gracias Trysha, una vez más :D
ResponderEliminarMuy bueno pep, lo que me mandaste leí hasta el supermercado más o menos.
ResponderEliminarEl hecho de matar con frases me recuerda muchísimo a una novela que estoy terminando ahora (It) que también es buenísima.
Espero el próximo.
Pinta bien y original, yo tambien espero, ánimo.
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