El Retorno - Capítulo 3

-Bien, tú mejor quédate aquí y vigila por si pasa algo, ¿vale?

Asintió una vez más. Me hizo gracia porque le decía a todo que sí. Empecé a correr hacia el fondo de la despensa, mirando las estantería llenas de comidas, para ver si había carne. Llegué después de un buen rato de carrera. Alguien ya se me había avanzado: una bestia de la misma especie estaba devorando grandes trozos de carne. El animal se dio cuenta de mi existencia y me miró con furia, como si hubiera entrado en su territorio y quisiera que fuese su segundo plato. Tenía las ideas bloqueadas, y no sabía qué hacer. El inútil instinto del humano me hizo correr hacia donde estaba Huvrux, mientras gritaba de terror. Mis chillidos atrajeron, de más partes de la despensa, más animales de aquellos. Pensaba: <<Es el fin, de esta no salgo>>. Llegué a un “callejón cerrado” entre las estanterías. Los seres enormes me rodearon, y poco a poco, se iban acercando a mí. Y es cuando vi a Huvrux correr hacia el grupo de bestias que me acorralaban. Yo grité a Huvrux:

-¡No Huvrux! ¡No los mates!

Mi nuevo y fiel amigo, se paró en seco y extrañado a la vez. Puse en práctica lo que aprendí con él. Repetí la frase de “Quien se pelea, se desea” 7 veces, cada una mirando a cada una de las bestias que me querían matar. 7 seres me rodeaban, pero la frase no falló, y todos cayeron desplomados en el suelo. Recuperé el aliento. Huvrux estaba atónito ante la escena.

Tenía ante mí a 8 seres poderosos, con los que podría formar un “ejército” o algo. En fin, ser más poderosos y podernos defender mejor. Toqué la frente de los 7 animales, una a una. Se fueron despertando. Cuando todos se incorporaron, hicieron la reverencia inicial, para mostrar que los había salvado y que ahora estarían conmigo para siempre. Hice mi reverencia para formar una alianza. Ya tenía el ejército montado. El primer plan fue ir a comer la carne que le prometí a Huvrux. Se pusieron ante el alimento y no se movieron.

-Venga, comed, que se os ve hambrientos.

Huvrux hizo una seña en que, con su pata delantera derecha, la posaba en su frente. Un signo más que tenía que aprenderme: el permiso para hacer algo. Todos hicieron el mismo gesto. Yo lo imité, como diciendo que tenían derecho a comer. Empezaron a zampar como locos. Yo me reía, ya que de vez en cuando, un chorro de sangre saltaba de forma peculiar, como si fuera una fuente loca escupiendo. Era bastante divertido.

Salimos del supermercado. Pude convencer a muchas de las bestias para que cargaran unas reservas que había cogido de allí. Estaba montado en Huvrux, mientras que los otros siete animales nos seguían por detrás. Bajé y dije que se pusieran en círculo alrededor de mí:

-Bien, ya que somos muchos, tendremos que organizarnos. Empezaré diciendo que me llamo Tristán, y él es Huvrux, mi primer amigo aquí. He pensado algunos nombres para vosotros, que serían: tu, Grahx; tú, Ocard; tú, Retsim; tú, Drak; tú, Xisus; tú, Trum y tú, Vordem. ¿Qué os parecen?

Todos se miraron entre sí y asintieron, como que sí que les gustaba.

-Uf, me alegro. Tengo unas preguntas sobre este nuevo mundo, a ver si me podéis responder. La primera: ¿Existe más gente en el mundo?

Todos asintieron.

-¿De verdad? ¡Sí, que bien! Bueno, ¿Hay más animales de vuestra especie por el mundo?

Todos asintieron una vez más.

-Vale, ¿cómo se llama vuestra especie? Ah, no, que no podéis hablar, es verdad. De acuerdo, lo primero que vamos a hacer es buscar a más gente, y que nos pueda contar más cosas sobre este nuevo mundo.

Huvrux se agachó para que subiese a su lomo. Me subí y pregunté:

-¿Alguien sabe donde hay gente?

Trum gruñó para llamarme la atención e indicarme que él sabía donde habían.

-Trum, ponte delante de todos y guíanos.

Trum feliz empezó a correr en dirección opuesta al sol. Huvrux y yo le seguíamos por detrás. Retsim iba tercero, después Xisus, Vordem, Ocard, Drak y por último Grahx. Un largo camino nos esperaba.