Sindelars

Era un lunes por la tarde en el Sindelars. Sólo había dos personas, Julia y el camarero. Estar en Ciutadella un lunes por la tarde es como estar en ninguna parte (incluso estar en Ciutadella un viernes por la noche es como estar en ninguna parte; pero más todavía un lunes por la tarde). El camarero, que se llamaba Bep, bebía de algo que tenía debajo de la barra, y estaba allí, frente a Julia, que se encontraba lánguidamente acodada sobre una rancia y pálida cerveza.

─Tengo que contarte una cosa ─dijo Julia.

─Adelante ─dijo el camarero.

─¿Te acuerdas de Toni? El que vino el otro día con el perro ─Bep asintió con la cabeza─. Bueno pues, esta mañana nos hemos visto en el mercadillo y me ha contado que sufre insomnio cronico. Dice que no entiende porque el perro sí puede dormir. Dice que cuando el perro se duerme él lo despierta para no sentirse solo. Yo sinceramente creo que no es verdad, ya sabes como es la gente, en cuanto se enamoran de ti sacan cualquier excusa para hablarte.

─¿Y eso en base a qué?

─Instinto femenino.

─¡Pamplinas! ─gritó el camarero, sacando el vaso de abajo de la barra y echando un trago.

─Espera...El caso es que cuando ya me iba me volvió a llamar. Se acercó arrastrando al perro y me pidió medio sollozando que fuera a dormir a su casa. Que por favor a ver si podía hacerle compañía al menos una noche. Que a lo mejor así se dormiría ─echó un trago─. ¿Que hago Bep?

─Metele un buen meneo a ver si así apacigua el sueño, cojones.

─Me da miedo ese tío.

─Entonces no vayas.

─Pero es que me da pena Bep.

─Pues cómeme la polla y déjame en paz. ¡Me tienes harto! ─girtó el camarero sacando otra vez el vaso de abajo de la barra─. Haz lo que quieras pero deja ya el tema.

─Dame otra cerveza ─dijo Julia─. Y no te enfades conmigo, Bep. Haz el favor.

El camarero le puso otra cerveza. Y Julia dijo:

─Voy a ir, Bep. Creo que voy a ir.