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miércoles, 2 de noviembre de 2011

Huida (4, 5, 6)

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4

  Sus bellos ojos azules le miraban fijamente mientras su pelo anaranjado cogía luminosidad de la luz que caía de entre las hojas, al igual que el color de su piel, blanquecino. Él, quedó perplejo ante tanto encanto.
  -Parece, viajero, que tenemos algo en común -bajó su arma y la guardó. Sabía que no era un enemigo -. Estarás cansado. Te acompañaré a un refugio.
  Los morenos ojos del muchacho no apartaban la mirada de aquella figura, a la que seguía entonces. <<Qué linda>>, repetía en su cabeza.
  -Se adentraban cada vez más en aquél denso bosque. Cada vez le parecía menos real, tanta perfección en todos y cada uno de los caminos, árboles, plantas y demás, sin ningún daño natural o provocado por el hombre; como en los cuentos de hadas. Era nostalgia lo que ahora sentía. Sus preocupaciones, se volcaban al olvido entre las hojas verdosas y vivas: aunque prefería que eso no terminase de suceder.
  -Este bosque está protegido por unas fuerzas astrales muy poderosas. Al ojo humano, no es nunca visible, pero cuando un alma ruega la ayuda que nadie más le puede ofrecer, el bosque aparece sin más. Le llamamos “El Bosque del Auxilio”.
  <<Entonces, no estás sola aquí>>.

5

  <<Espero, pues, ser aceptado y comprendido>>. Había caminado durante unos largos cinco minutos en silencio, hasta que vio, a unos treinta metros de él, un enorme árbol, más grande de lo que una casa pueblerina de Noiblar podría ser, de ramas gruesas y raíces hacia afuera. Se acercaba, y se ampliaban los detalles. Las ramas cubrían distintas partes del árbol, a las que se podría escalar fácilmente, y todo estaba decorado con utensilios aparentemente improvisados, colgados con cuerdas. Ya estaban allí.
  -¿Sorprendido?
  -A simple vista, parece un lugar seguro y acogedor. ¿Por qué me traes aquí?
  -¿Por qué? Quiero que te quedes con nosotros.
  -¿Vosotros quiénes? -decía cuando, de entre los arbustos, aparecía un animal de cuatro patas, feroz y rápido, corriendo sin cesar hacia él como si fuese a arrancar su cabeza y comérsela a diminutos pedazos.

6

  Ella no estaba asustada. Nuestro viajero, aterrado frente a una criatura que nunca antes había visto, sólo esperaba su ataque para esquivarlo a tiempo. Cuando el animal se lanzó sobre él, tropezó, y, dando su vida por terminada, se dio cuenta de que, en el aire, una flecha había atravesado el cráneo de su atacante, salvándole la vida.
  Tras ese arbusto, apareció un hombre de cabellos rubios y largos, con ropajes vistosos y un arco, flecha en mano. Se acercó. Mientras recuperaba su flecha, haciendo fuerza y salpicando sangre animal, le dijo:
  -Parece que he salvado tu vida, chavalín desconocido.
  Tembloroso, él respondía educadamente.
  -Pues sí... muchísimas gracias. Le debo... la vida...
  -Nada, con que me frotes los pies mañana, día y noche, es suficiente.
  -¡No seas tonto, Seán! Es un... invitado -intervenía la chica.
  -Está bien, he dejado a los demás a medio camino, luego nos presentamos, cuando nos comamos a este bellísimo hilibarg. Primero, ayúdame a quitarle la piel.
  <<Tanta normalidad...>>

2 comentarios:

  1. Primero mis felicitaciones, ya viste tu nueva pag tienes una solo para ti :-)...
    Felicitaciones excelente realato y muy buena ambientacion sigo con ganas de leer mas... Un besote.

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  2. excelente y que bueno que tiene continuación la historia, me voy a leer el siguiente, felicidades.

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