1
El muchacho caminaba sin cesar por los verdes y extensos prados de la comarca de Noiblar. No seguía una ruta fija, pues huir no define encontrar cobijo. Él se alejaba. Se alejaba de todas esas gentes, antaño íntimas amistades, que le habían trastocado el juicio.
Un juicio que ahora añoraba, un juicio joven y crudo que tomaba siempre la decisión más cercana a los estudios y las chicas. Pero, desde entonces... aquello para él ya es un juego de niños.
Sus pies, llenos de sangre debido a la pérdida de sus zapatos, hablaban por él. Hablaban con la limpia hierba que, a sus pasos, cogía un tono rojizo. La hierba sabía lo que él dejaba a entender. La mochila, llena de utensilios culinarios, le pesaba, así que la dejó caer. Sintió alivio. Gritó, a los cuatro vientos, algo inentendible.
De repente apareció una figura de ropaje oscuro, de confuso color azul marino. De entre los pocos árboles de la pradera, corrió a esconderse tras el más grande, asustado. No sabía si sería otro de ellos... que había vuelto a buscarle.
-¿¡Hola!? -gritó el desconocido. Parecía ser un joven perdido, pero no quería arriesgarse.
-¿¡Hay alguien por aquí!? -insistía.
Aquella voz siguió pidiendo ayuda al viento mientras, el muchacho que la controlaba, la hacía callar y esperaba. Cansado y pensativo, sin darse cuenta, cerró sus ojos. Quizás tardarían en abrirse, y lo harían lejos de aquél árbol.
2
El muchacho, tumbado sobre la hierba boca arriba, despertó. Sus pies estaban cubiertos de tela blanca, manchada de sangre, atados entre sí. Los sentía fríos.
Intentó levantarse, pero sentía una notoria molestia en su pecho, donde se había herido en su fuga. Se quitó la camiseta y observó que sus heridas estaban cosidas, cerradas. Desató sus pies y, con la cuerda y la tela sucia, improvisó una suerte de zapatos. Se levantó, respaldándose en el árbol.
<<Aquél hombre me debe haber curado>>, pensó. <<¿Pero, por qué?>>.
Encontró una larga vara de la que podía recibir apoyo al caminar, y recomenzó su travesía, en busca de la nada, ignorando el reciente hecho.
Mientras caminaba, recordaba. Sus recuerdos, breves, frescos e intensos, le hacían estremecerse. Sentía horror, pero la serenidad de aquél lugar, y el bello sonido de los pájaros y los riachuelos que lo rodeaban, compensaban todo lo que fluía en su interior.
Caminaba. Sin prisa pero sin pausa, se encontraba cada vez más perdido en un bosque que cogía forma poco a poco. <<Está anocheciendo, debería encontrar refugio>>. Y cuando la noche y el día no se discernían, cuando poco a poco el muchacho dejaba de ver el verde vivo y puro de su contorno, cayó de un árbol frente a él una capa oscura mientras oía, sobre su cabeza, el sonido de las ramas en movimiento.
Intentó levantarse, pero sentía una notoria molestia en su pecho, donde se había herido en su fuga. Se quitó la camiseta y observó que sus heridas estaban cosidas, cerradas. Desató sus pies y, con la cuerda y la tela sucia, improvisó una suerte de zapatos. Se levantó, respaldándose en el árbol.
<<Aquél hombre me debe haber curado>>, pensó. <<¿Pero, por qué?>>.
Encontró una larga vara de la que podía recibir apoyo al caminar, y recomenzó su travesía, en busca de la nada, ignorando el reciente hecho.
Mientras caminaba, recordaba. Sus recuerdos, breves, frescos e intensos, le hacían estremecerse. Sentía horror, pero la serenidad de aquél lugar, y el bello sonido de los pájaros y los riachuelos que lo rodeaban, compensaban todo lo que fluía en su interior.
Caminaba. Sin prisa pero sin pausa, se encontraba cada vez más perdido en un bosque que cogía forma poco a poco. <<Está anocheciendo, debería encontrar refugio>>. Y cuando la noche y el día no se discernían, cuando poco a poco el muchacho dejaba de ver el verde vivo y puro de su contorno, cayó de un árbol frente a él una capa oscura mientras oía, sobre su cabeza, el sonido de las ramas en movimiento.
3
-¿Qué diablos es esto?
Sin tiempo a observarla detenidamente, dirigió su mirada hacia las ramas del árbol mientras un cuerpo, vivo y nervioso, se abalanzaba sobre él. Era una persona, armada con un cuchillo silvestre y con una máscara cubriendo su rostro. Había caído de una forma perfecta para dejarle en el suelo y adaptar una posición ventajosa. Su máscara era aterradora e intimidante.
-¡¿Quién eres?! ¡¿Qué buscas en este bosque?! -se trataba de una voz femenina. El muchacho, sorprendido, meditó una respuesta inteligente.
-¡No soy importante aquí! Este lugar sólo forma parte de mi camino, déjame seguir con él.
La chica se levantó, aún apuntándole con el cuchillo y sin quitarse la máscara. Llevaba una ropa ligera, sucia y vieja.
-¿Cuál es ese camino, si se puede saber?
-El camino en busca de la paz y la armonía en mi interior, la buena compañía. Sin tener nada ni a nadie, más que mi temor, este camino me ha llevado al profundo y denso bosque en el que me encuentro con alguien que se lanza sobre mí.
En ese momento, la chica se quitó su máscara.
Guauuu fantasticooooo te felicito me dejas inmediatamente pidiendo mas... que gran historia..
ResponderEliminarte felicito, un besote.
¡Yeah, Trysha! Me ha dado por la fantasía y esto es algo que no termina y siempre da para más, y sí, hay más.
ResponderEliminarNo me cansaré de decírtelo Iván, tan joven y tan increíble.. Buenísimo!
ResponderEliminarexcelente, ciertamente deja con ganas de más y una continuación, estupendo. felicidades.
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