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miércoles, 4 de enero de 2012

Beetle

Aquel día mi padre vino a buscarme del colegio con el viejo escarabajo del abuelo. Me sorprendí y al mismo tiempo me alegré por ser la primera vez que venía a buscarme con ese magnífico coche. Me encantaba. Era elegante, vigoroso, y expuesto al sol su color verde metálico brillaba resaltando aún más la clásica silueta del Volkswagen Beetle del 38. Escarabajo (beetle), eso era poco nombre para aquel coche. La tapicería, decía el abuelo, la diseñé yo con mis propias manos. Otras veces decía; este coche es único en el mundo. Y a decir verdad, me lo creí. Quizá no lo fuera, pero me importaba un pepino mientras pudiera montar en él.
   Mi padre se detuvo delante la puerta del colegio y sonó el claxon. Vi sonreír a mi padre. Yo eché a correr como un loco hasta llegar al coche.
    ─¿Qué tal el día, hijo?
   Me senté en el asiento trasero y me abroché el cinturón.
   ─Muy bien papá ─miré por la ventana y vi a mis compañeros mirándonos, parecían asombrados. Saqué el brazo y les saludé orgulloso─. La señorita Julia dice que he progresado mucho en matemáticas.
   ─¡Eso es magnífico Carlos! ─exclamó. Luego puso el coche en marcha y nos pusimos en circulación─ Tú madre se pondrá muy contenta.
   Me sentía feliz.
   ─¿Daremos una vuelta papá?
   ─Por supuesto, pero no debemos excedernos sino el abuelo se pondrá furioso. Ya sabes lo celoso que tiene este coche.
    ─¿Tanto como la abuela?
    Soltó una carcajada y giró por la avenida Borderol, luego bajamos calle abajo hasta llegar al cruce con la Calle Hojasol. Entonces escuché murmurar algo a mi padre, alcé la vista y vi a un agente de la policía con el brazo levantado y que se dirigía hasta donde estábamos nosotros. Mi padre bajó la ventanilla. El agente me miró, echó un vistazo rápido por todo el coche y finalmente dijo:
    ─¿Adonde se dirigen?
─Estamos dando una vuelta, vengo de recoger al niño ─dijo mi padre.
─Documentación, por favor.
Me asomé por la ventana y no vi a ningún otro policía por la zona, ni un vehículo siquiera. Y por donde habíamos venido habían cortado el paso. Me pareció raro.
─Muy bien, pueden seguir ─dijo el agente.
Y así lo hicimos. Circulamos un rato más, pasamos por el paseo marítimo y luego por el puente Villafanes hasta que mi padre aparcó el coche en el parking del café Tetón. Me bajé del coche, le di la mano a mi padre, y mientras el caluroso sol del mediodía nos pegaba en la cara nos dirigimos hacia dentro a tomarnos un helado.

6 comentarios:

  1. Bienvenido, nos traes un magnifico relato, te felicito, pero me dejaste con gusto a poco, espero leer mas, esto tiene continuación verdad?
    besos.

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  2. Leyendo unos cuantos relatos me he dado cuenta que los mejores son los breves y poco pesados, por lo general, así que me rijo a ello. Aunque eso no quiere decir que no me hayan gustado algunos largos, como por ejemplo de autores Lady_bella, Judah Glass, Hank Dundee y Gandalf. Me gusta este sitio. Indagaré más a fondo.

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  3. Elegante, me sugiere bonitas imagenes, buen texto! Eso si, comparto con trysha la opinión de que te quedas con ganas de más. Pues eso, suerte!

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  4. Pero qué maravilla de muchacho!!! Jejejeje
    En realidad, me encantan los finales tan abiertos, como este en que uno puede imaginarse cualquier cosa, desde una sencilla tarde con tu padre tomando un helado hasta lo más inverisímil que te pueda suceder...
    Bienvenido!

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  5. Parece que este año viene cargado de felices retornos y prometedoras novedades, bienvenido. Tu relato me ha sacado una sonrisa bohemia, casi boba, me encantó.

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