Todo empezó con un enorme eructo de sulfurosas reminiscencias intestinales; a continuación me asaltó el temblor. Incapaz de controlarlo por mucho rato, resolví, de manera harto oportuna, relajarme y dejar ir lo que tuviese que salir, sin ofrecer mayor resistencia que la imprescindible para evitar ponerlo todo perdido. De modo que me concentré en lo mío y empecé a vomitar. Una espesa flema comenzó a fluir mansamente y sin descanso por mi boca abierta al borde de la descoyuntación, para ir bajando por mi cuello con irritante alevosía. Luego llegaron los trozos sólidos y otros a medio cuajar que enseguida cedían paso nuevamente al espeso borboteo de ominosa materia semilíquida, y así sucesivamente.
No sabría decir por cuanto tiempo me vi inmerso en este harto incómodo trance, mas llegó un momento en el que, cuando ya empezaba a dudar de que aquello pudiese tener un final, tras escupir una leve salivilla incandescente, comprobé aliviado que ya no tenía nada más que arrojar. Luego pude reanudar mi añorado y telúrico sueño mineral que había quedado interrumpido por aquella colosal indigestión.
(Al día siguiente los diarios de todo el mundo narraban en primicia cómo, durante una noche y un día, a raíz de una potentísima erupción volcánica en el lecho oceánico, se había formado una nueva isla a la que ya andan todos buscándole nombre.)
Ammm puaagg, por muy lindo que se escriba sigue dando asquito.
ResponderEliminarMaravilloso texto, haces unico y bello hasta lo mas increíble, lo suyo es magia, maestro.
Gracias, damisela.
ResponderEliminarARRASAS!! :-D
ResponderEliminarQue a gusto se queda uno después de potar!
ResponderEliminarRelatado un una exquisitez... ¿Magmática? Bravo!
(buuuuurp!) perdón! XD
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