Era un poco más de las cinco de la tarde en San Cristóbal. El fuerte viento azotaba los enormes árboles haciendo revolotear los últimos pájaros de la zona y el cielo, con abundantes nubes y el Sol escondiéndose tras la colina, formaba un hermoso celaje. Cuando el abuelo Martin llegó al rancho, bajo el zaguán, sentado encima de un diminuto taburete de madera, se hallaba Pablo jugando con un viejo yo-yo, con la boca apretada en un gesto de disgusto. El abuelo se acercó.
─¡Mira lo que he traído Pablo!─anunció el abuelo Martin, dejando caer en el suelo dos conejos atados de un palo─ Tienen buena pinta, ¿no te parece?
Pablo los miró con indiferencia. Les dió unas pataditas como queriendo comprobar su autenticidad y siguió sacudiendo el yo-yo. El abuelo Martin cogió otro taburete, descargó la mochila y la escopeta de la espalda y se sentó a su lado.
─¿Qué ocurre? ─preguntó con impaciencia. Pablo seguía sacudiendo el yo-yo, haciendo caso omiso a la atención del abuelo─ ¡Pablo, estáte quieto! Por favor te lo pido...─Entonces paró. Sin dejar de agarrar el yo-yo, entrecruzó los brazos y fijó la mirada al techo.
─¿Pero me lo vas a contar o no? ─insistió el abuelo Martin.
─Me aburro...─murmuró Pablo.
─¿Has estado jugando con las gallinas?
─Ya no me quieren. Se me escapan.
─Vaya por Dios. ¿Y con...?
─¿Porqué no vivimos en el pueblo abuelo? ─interrumpió Pablo─ Mis amigos viven en el pueblo. Cuando terminan las clases algunos van a jugar al parque. ¿Porqué no puedo ir yo también? ─Ya hemos hablado de esto Pablo. Sabes muy bien que si pierdes el autobús luego no puedo ir a buscarte a la estación. Soy demasiado viejo para ir andando hasta el pueblo. Pablo, de veras lo siento.
─¿Compramos una moto? ─rogó Pablo, poniendo los ojos como platos─ A Miguel vienen a recogerle en una moto. Dice que ir con moto es genial.
Con cierta dificultad el abuelo Martin recogió el equipo, cogió el palo de caza y se levantó del taburete. Entonces dirigiéndose hacia dentro dijo:
─Tú abuelo trabaja muy duro todo el día para que tengamos algo con que llenar el plato, ¿cómo quieres que compremos una moto? Venga, entremos en casa.
Si hay algo en el mundo que me enternece más que ver jugar a un perrete y a un gatete, es ver a un abuelo con su nieto (aunque el nieto esté de morros). Vas muy, muy bien!!!
ResponderEliminarJudha mis felicitaciones, me tienes atrapada con esta historia y ya apunte san cristobal entre los lugares que me gustaria conocer, Pero... si va a tener un final feliz si??
ResponderEliminarnecesito saber...
Un besote
me encanta continua pronto por fis...
Te equivocas con lo de Judah, soy Hank, para todo lo demás espero darte el placer, ;)
EliminarMe pita la oreja. Y Trysha, yo que tu no me acercaría a San Cristóbal, me cuentan que hay ninjas por allí.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarDundee mil disculpas... imperdonable error...lo lamento, además y para ser sincera, hasta ahora solo tu has sido capaz de despertar ese interes por querer leer mas una serie, supongo que mi castigo ante el error, será una semana mas sin saber que pasa con el chico del bar.:-(
Eliminarde nuevo me disculpo, lo lamento totalmente,nif nif nif