Como Caín y Abel (2)

“Se supone que el hermano mayor debe cuidar del menor, es algo de lógica ¿verdad? Algo así como instinto. Caín no fue capaz de seguir esa sencilla regla y asesino a su hermano, él se convirtió en el primer asesino del mundo… yo he intentado asesinar a mi hermano menor, ¿eso en que me convierte?”

Te acercas a mi esbozando esa sonrisa que me paraliza, siento un escalofrió recorrer mi cuerpo pero soy incapaz de moverme. ¿Estoy alucinando? Detienes tus pasos frente a mí y acaricias mi rostro despacio, puedo sentir tu tacto, eres real.

-¿sorprendido de verme hermanito?- no… no es posible tú deberías- ¿estar muerto?- acaricias mis mejillas con tus gélidas manos- si estoy muerto entonces todo esto no es más que un jueguito de tu mente, ¿te sientes culpable?- no- lo supuse, parece que mis predicciones eran reales- Sebastián- al final somos… como Caín y Abel- Sebastián-

Sonara tonto a estas alturas pero sus palabras me dolieron un poco, traicione a mi hermano, rompí mi promesa y ahora me odia… soy lo peor. ¿Caín se habrá sentido igual?

Antes de que lograra reaccionar siento un fuerte golpe en mi cabeza que me hace caer al suelo, distingo algo rojo que comienza a aparecer alrededor de donde me golpearon, te observo por última vez sosteniendo ese bate y logre oír unas palabras de tu parte.

-esto no acaba aquí, hermano-

¿Cómo se supone que interprete eso…Sebastián? Ya no quiero pensar en nada, esto está muy mal, ya no queda ni rastros de la persona amable que solías ser… ¿Qué nos ocurrió Sebastián? Cuando… ¿Cuándo comencé a odiarte?... puede que haya sido ahí… cuando me entere de la verdad.

El joven avanzo por el pasillo y se detuvo frente a la secretaria, necesitaba hablar con su padre pero este se encontraba ocupado, para variar. Persuadió a la secretaria y entro sin anunciarse, su padre estaba con un hombre que le parecía familiar, al parecer uno de sus socios.

-¿y cómo va todo?- muy bien, ya tienes que saberlo, Sebastián consiguió entrar a la mejor compañía del país- ya lo escuche, tu hijo es todo un prodigio- claro, no podría esperar menos de él- ¿y Joshua?, ya que es el mayor debe estar más arriba que Sebastián- te equivocas, comenzó su propia compañía pero no le va bien, en fin, tampoco es como si esperara algo de él- el hombre sonrió y se volteo observando al joven en la puerta- debiste anunciarte Joshua, creí que tenías modales- lo siento padre…- ¿Qué quieres?- yo…- los dejare a solas- no es necesario, de seguro viene a pedir mi ayuda ¿ô me equivoco?- no es eso- entonces habla rápido, no tengo todo el día- es que- la secretaria interrumpió- señor Aldrich- ¿Qué ocurre?- siento interrumpir pero el señor Sebastián está afuera- excelente, dile que pase- si señor- pero padre, aun no terminamos de- vete-

El joven se marcho molesto, apretó los puños intentando calmarse pero no podía. En el pasillo vio a su hermano menor, le dedico una sonrisa y se acerco con su habitual amabilidad. Traía una carpeta café en sus manos.

-hola Joshua, no sabía que estabas aquí- claro- ¿estás bien?- si-no me gusta que mientas, somos hermanos- deja de molestarme- Joshua-

Se fue furioso del lugar, antes de entrar al ascensor se volteo a ver a la oficina de su padre, este saludaba de manera muy afectiva a su hijo menor.

En ese momento lo comprendí, supe de inmediato que tú harías grandes cosas Sebastián y lo que más dolió es que seguías siendo amable conmigo, a pesar de todo… no te entiendo Sebastián, eres un ser extraño para mí.

Cuando abrí los ojos un fuerte dolor me hizo mantenerme en el suelo. Vi la sangre que había bajo mi cabeza pero Sebastián ya no estaba, como pude subí a mi auto y conduje hasta mi departamento. El conserje me quedo observando cuando llegue, fui hasta el último piso y logre llegar a la puerta de mi departamento, escuche un pequeño grito y unas manos me sostuvieron por los hombros, me voltee apenas.

-Alice…- ¿Qué te ocurrió Joshua?, ¿Porqué tienes sangre?- un pequeño accidente- dame las llaves, curare tu herida-

Para mi suerte Alice es enfermera en el hospital regional de la ciudad y también una de mis mejores amigas. Termino de vendar con cuidado mi cabeza y me trajo unas pastillas de su habitación.

-son calmantes para el dolor, deberías ir a un hospital- está bien- ¿Qué ocurrió?- nada, un pequeño imprevisto- Joshua- iré a recostarme un momento, me duele la cabeza- te acompañare, al menos tomate un calmante- gracias Alice, perdóname por preocuparte-

La joven le ayudo a caminar hasta la cama pero se detuvo en la entrada del cuarto mirando horrorizada. Sobre la cama de sabanas blancas había una cabeza de caballo. Joshua observo la escena suponiendo de inmediato quien había sido, le dolía demasiado la cabeza como para seguirlo pensando.

“así que una cabeza de caballo, excelente imitación, ¿en qué película lo he visto?”

Me afirme en el hombro de Alice, me dolía mucho la cabeza y me sentía horrible como para estarme preocupando por una travesura de mi querido hermano menor. Me llevo a su departamento y me recostó sobre la cama despacio, quería decir algo pero el dolor era insoportable y gracias a los calmantes logre dormir.

Tenía un largo camino por recorrer, aun no lograba dimensionar la magnitud que tendría la aparición de Sebastián. A pesar de que me has lastimado no te odio, porque quizás, en alguna parte de mi mente, eso que llaman consciencia ha reaccionado y me lo merecía.

“Caín asesino a su hermano Abel sin remordimientos pero quien causo este trágico desenlace fue dios, por darle preferencia a la ofrenda de Abel, se supone que los padres deben querer a sus hijos por igual ¿verdad?, mi dios, el causante de todo esto fue nuestro padre… él me empujo a caer en el pecado, él fue quien me llevo a tomar esa decisión tan drástica y asesinar a mi hermano menor. ¿Por qué lo hiciste padre?... quizás Caín pensó lo mismo luego de matar a Abel”