Hoy voy a hablar de ellas, de cómo cada una, con sus defectos, sus cualidades y su personalidad hacen de mi vida un todo. De cómo una mirada puede hacerte entender tantas cosas en esos pocos segundos que hay entre parpadeo y parpadeo. De cómo una lágrima puede convertirse en una sonrisa con un simple abrazo o una palabra de ánimo. Sí, ellas llenan mi vida con sus problemas y sus enfados, porque realmente me siento afortunada al poder darles un consejo aunque no sirva de nada, porque depositan su confianza en mi de tal forma que siento que cualquier solución podría funcionar. Porque cuando las conoces no sientes ninguna brisa cálida en tu cara, ni sientes en tu corazón que lo que es el principio de una relación se convertirá en una gran amistad, sino que poco a poco, bache tras bache te van alzando una mano para que la estreches y te aferres a la vida junto a ellas. Así, tiempo después te das cuenta de que has vivido tantas cosas a su lado que no te puedes imaginar qué sería de ti sin ellas, porque no concibes un día sin reírte con una de sus tonterías, sin una llamada telefónica o un ¿y ahora qué hago? Porque las mañanas en clase serían tremendamente aburridas sin esas miradas cómplices que lo dicen todo y las tardes de los sábados tan solo serían un rato más en la semana. Y así, según transcurren los años te das cuenta de que no hay nadie más especial que ellas y que tú eres lo que eres en parte porque ellas te han corregido cuando no estabas haciendo lo correcto, porque te han enseñado a levantarte cuando ya no podías caminar y porque tan solo ellas saben cual es la palabra exacta que puede hacerte feliz. Ellas son las que sin que yo diga nada notan que algo falla dentro de mi y también son ellas las que se ríen conmigo cuando exploto de felicidad. Ellas están presentes en los momentos más importantes de mi vida, pero no sólo físicamente, sino de corazón. Sí, realmente son ellas el impulso que a veces me hace falta para vencer la timidez y enfrentarme a la vida, y son la fuerza que necesito para ponerme en pie y seguir mi camino sin dudar, porque podré escoger el camino incorrecto y aún con ellas a mi lado perder un millón de cosas, pero a ellas jamás las perderé. Porque yo sin ellas no sería nada, porque forman parte de mi.
¿Sabéis cuál es el secreto de mi felicidad? ELLAS.
magnífico :)
ResponderEliminarGenial... te felicito. me gusto mucho y me hiciste llamar a algunas amigas.
ResponderEliminarUn besote.
Tierno y sincero. ¿Se necesita más,acaso ?
ResponderEliminarPerfecto, Magda!
ResponderEliminarMi Magda, ese puntito tan tierno que tú solo das. Quedate por aquí.
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