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lunes, 23 de enero de 2012

Garambainas en el bar ─ Capítulo 4

Durante el rato que estuvimos en la cocina fue llegando más gente. Oíamos gritos y aplausos y uno más que otro “Ola guapetón”, y no precisamente de mujer a hombre. La gente entraba y salía de la cocina. Dejaban la bebida encima de la mesa y se iban, sin más. Demasiado peligroso saludar a unos drogadictos.
Al salir de la cocina fuimos hasta nuestra base, donde habíamos aparcado la bebida. Nosotros no poníamos en común la bebida, más que nada porque nuestro whisky era un Black Label y por lo general la gente traía whisky barato, pasando por vodka barato y terminando con ron asquerosamente barato. No obstante, me fijé que un grupo de maricones trajo Bombay Sapphire, esa ginebra sí era excelente.
La multitud empezó a dividirse en pequeños grupitos por toda la sala. Y nosotros allí, solos, sentados en una esquina esperando no sé que putas. Rodeados de gente extraña a la que nunca entablaríamos amistad. A mi derecha, sentada en el reposabrazos del sofá, había una chica aparentemente extranjera, posiblemente del norte de Europa, rodeada de buitres asquerosos lanzando su red de pescar por doquier. Risas y burlas y movimientos destemplados . Parecía una conversación de minusválidos recién curados. ¿A qué coño estában jugando esos hijos de puta? ¿Dónde coño nos habíamos metido?
─¡Mierda Óscar! ─aullé─ Ya me está entrando esa depresión post-raya. Quiero otra.
─Espera un rato tío, que tampoco vamos sobrados.
─¡Kulungeleeee!!!¡Kulungele!!! ─este era Jorge. Se lo estaba haciendo a una pava, agitando los brazos en un intento de imitar a un epíleptico. Al poco rato se quedó solo.
En fin, la fiesta no había hecho más que empezar. Me serví un whisky y eché un buen trago. Y entonces noté unos golpecitos en el hombro. Me di la vuelta, no vi nada. Volví a mirar delante.
-¡Darg!-Había dos tetas en mi cara.
-Tu eres tonto,¿eh?.-Dijo Alícia, riéndose. Me estampó dos besos en el gepeto.-¿Cómo estás? ¡No hablamos nunca ya!
-Hehe... Tens raó, noia, ens hem de posar al día. ¿I quin lloc hi pot haver millor que aquest? Aquí, tots reuints a l’aixupluc del sostre d’un amic, gaudint joiosos de la nostra mútua companyia, fent xivarri i recordant un passat comú. ¡Encisador! ¡I tu fas tant de goig aquesta nit!
Menuda gilipollez acababa de soltarle. ¿En catalán? Mecagüenlaputa. No podía concentrarme. Óscar estaba detrás de ella, representando un acto sexual con puños de por medio. Por suerte ella se rió, supongo que ya llevaba un puntito guay. Realmente, esa noche estaba espectacular. Llevaba su rubia melena recogida en un moño prefecto, parecido al de Audrey Hepburn en “Desayuno con diamantes”. Llevaba también un vestido negro, también conocido como “cacho de tela que tapa lo que puede”, que la dejaba toda escote y muslos. Poco maquillaje, no le hacía falta. Tacones. ¡Dios Santo! Lo de esa mujer era sobrenatural, una ninfa del mar, tan bella que sería injusto que sólo un hombre catara sus mieles. Supongo que por eso siempre iba zorreando por ahí, ¡que chica tan altruista! Bien, la situación requería un movimiento de tropas. Ella parecía cómoda a mi lado, pero no era seguro arrimar el cebollo tan cerca de Óscar y Jorge, su tendencia al intervencionismo notas era un peligro para mi estrategia. Si quería zumbarme a Alicia esa noche, cada nanosegundo de nuestra interacción tenía que ser perfecto. Cada palabra, cada gesto y cada silencio, todo importaba a la hora de conseguir que una amiga atravesara a lo bestia esa línea que se supone que nunca deben cruzar. Nunca la había visto tan predispuesta a interactuar con un servidor, no era cuestión de desaprovechar un karma tan favorable. Con una serie de pasos de baile bastante funky, logré llevarla lejos del grueso fiestero hasta un rincón mal iluminado. Además, el grupo de Andrea había llegado, y con su putiferio estaban distrayendo a todos los machos de la manada. Bien hecho, guarras.
─Y dime Elijah, ¿qué me cuentas?
─¿Lo preguntas para romper el hielo? ¿Por protocolo social de inicio de conversación? ¿O acaso te interesa realmente?
─No te entiendo tío.
─Olvídalo...
Y dije:
─¡Brindemos por nada!
─¿Por nada?
─¡Claro! Te mentiría si quisera brindar por algo. No me apetece brindar por algo. Pero esta bien brindar simplemente por el echo de brindar. No hay riesgo de decepción. Vamos a emborracharnos y a vivir la noche como posesos.
─¡Pos brindemos por eso!
─¡Y por tus tetas!
Y se rió tristemente, dejando claro que la cosa no acababa de fluir. Era evidente que no se nos daba bien coquetear el uno con el otro, había demasiada información de por medio, mil historias que nos habíamos contado pero muy pocas que hubiésemos compartido realmente. Supuse que internet tenía mucho que ver en ello. Era realmente horrible que dos personas que llevaban tiempo sin verse no tuviesen nada que decirse. Conocíamos al dedillo la vida del otro, sus preocupaciones y sus sueños, pero no había idiosincracia alguna entre nosotros, no había confianza al mirarnos a los ojos. Nuestros cuerpos se buscaban, la duda nos maniataba. Aún así, no estaba dispuesto a claudicar, pues era evidente que ella se estaba esforzando, riendo tonterías que en boca de otro habrían sido motivo de desprecio.
─Voy al baño, ahora vuelvo ─le dije.
─No tardes ─susurró.

Hice una seña a Jorge, me siguió. Nos enchufamos un par de rayas en el precioso mármol negro del lavabo de Fran. El coraje me invadió al instante, como si mis neumáticos acabaran de recuperar su presión, por decirlo de algún modo. Si, todo parece ir según el plan cuando tienes cocaína, todo cuadra. Nunca faltaron imbéciles diciéndome que eso era malo para el cuerpo, como si yo no lo supiese ni lo hubiese asumido. Mentes vulgares que hablan sin saber nada, juzgando desde el prejuicio y la ignorancia. Nunca comprendieron la magia, la emoción que sientes al buscar un rincón tranquilo, un momento fuera del tiempo para vivir la vida de un modo distinto. La coca en si está bien, pone los engranajes en marcha, pero no es nada comparado con todo lo que la rodea. La noche queda en un segundo plano, te entregas plenamente a la búsqueda de esos instantes al margen del resto del mundo, y de la ley. Hablas con alguien, y sólo con palpar ese bultito en el bolsillo comprendes que estás en posesión de una verdad que el otro jamás podrá entender. Pierdes el miedo, se desvanece la ansiedad, te sientes entregado a una causa mayor que los convencionalismos que implica una noche de juerga ordinaria. Tras recoger las últimas migajas con el dedo, empecé a comprender que la línea que me separaba de Alicia desde hacía años podía cruzarse con un simple paso. Mientras mi cuerpo se aceleraba y mi corazón latía con furia, mi mente encontró la paz, y con ella la clarividencia. Lo había estado haciendo mal. La clave nunca fue robarle un beso efímero en una noche de fiesta, en ese momento lo vi con claridad. La clave era ir a por ella, con todo y de frente, sin dudas ni tapujos, sin eufemismos. Todo o nada. Ella quería, yo quería, dudar de ese hecho era condenarme al fracaso.
─Vete ─le dije a Jorge─. Tengo asuntos que atender aquí.
─Buf ─dijo él, dando pequeños saltitos─. Voy tó loco.
Y se largó. Supuse que no todo el mundo vive las drogas de la misma manera, no todos ven mas allá del subidón. Cuando me quedé solo, saqué mi móvil y mandé un mensaje a Alicia.

“Así es mas fácil hablar, ¿no crees?”

“Jajajaja, ya lo creo, es una putada”

“Me encantas, ¿lo sabías?”

“Claro, no sabes disimular jajajaja pues tu también me encantas”

“Pues ven”

No respondió. Ya estaba hecho, y no pude evitar reírme al ver lo fácil que había sido. Tantos años de hacer el gilipollas, de inseguridades pueriles y complejos infundados. Me sentí fuerte e irresistible, sorbí mi nariz, y me deleité escuchando el ruido de unos tacones aproximándose por el pasillo.

1 comentario:

  1. Altruista jajajaja hombre, mil gracias solo tu me haces reir de esta manera, pero dale paz al pobre chico esta que revienta.
    Un besote y nuevamente muchas gracias.

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