Apresuró los
pasos para atravesar las desoladas calles. No había ni un alma, literalmente,
en las opacas calles. Al principio le pareció divertido, porque nunca le han
gustado los tumultos pero el severo y sepulcral silencio comenzó a aumentar. A las
dos cuadras se dio cuenta que sus pisas no emitían sonidos, su respiración había
muerto tres cuadras atrás y el calor de su piel se había esfumado con la brisa de hace dos callejones pasados.
Contra todo pronóstico
y venciendo el intenso miedo que amenazaba con apoderarse de él en cualquier
momento, continuo su andar. A los pocos pasos dados se dio cuenta de una
importante revelación, que se le presentó tan potentemente como un automóvil colisionando
a más de 200 por hora. ¿A dónde iba con tanta prisa?
Se detuvo en
la acera ignorando el callejón que había junto a él, apenas era consciente de
su nombre y uno que otro recuerdo de una mujer de cabellos negros y ojos
esmeraldas que lo llamaba incesantemente. Alzó la vista y distinguió una
hermosa casa de fachada café oscuro. En la entrada se escribía con números dorados
910 ¿Acaso significaba algo para él ese número? Se acercó curioso ante la
familiaridad que sentí tras esa puerta, iba a girar la perilla para difuminar
sus dudas pero entonces cayó en cuenta de otra verdad, una que quizás venia de
su inconsciente o eran las sombras que deseaban acapararlo ¿Por qué debería entrar?
Dio media
vuelta y se marchó por el mismo camino por donde vino.
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El hombre de
negro tocó el timbre de la hermosa casa de fachada café oscuro, con el número
de 910 en la puerta. Una mujer de cabellos negros y ojos esmeraldas le abrió la
puerta intentando esbozar una sonrisa, cosa que fue inútil porque sus hinchados
ojos revelaban que había llorado toda la noche.
-¿Qué ocurrió
hermana?- preguntó el hombre asustado.
-Es Joshua… un
auto lo atropelló cerca del parque…-
-Dios…-
-Se
encuentra en coma… los doctores dicen que si no muestra mejorías en la
siguiente semana, su cuerpo morirá-
-¡Vamos!-
pronuncio el hombre asustado y se llevó a su hermana en su auto para ir al
hospital regional.
El hombre parecía
dormir, habían unos tubos que se insertaban en sus brazos pero cualquiera que
lo mirara solo podría decir que está durmiendo tranquilamente. La mujer sostuvo
su mano con fuerza mientras lloraba.
-Por favor Joshua…
regresa con nosotros…- dijo para luego romper en llanto.
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El hombre se
detuvo cerca del parque y se volteó a
ver el techo de la hermosa casa de fachada café oscuro. Estaba casi seguro de que
había oído un ruido, algo similar a un grito, como si alguien lo llamara con
insistencia. Su mente y su consciencia le gritaban, suplicaban y rogaban que
diera media vuelta para regresar a la casa. Pero nuevamente se vio acechado por
esa voz que no dejaba de hacerle preguntas como si lo supiera todo, ¿Por qué deberías
regresar?
-Cierto…-
Murmuro el
hombre y continúo su camino en dirección contraria a donde se encontraba la
casa con el número 910 grabado en la puerta.
Me encanto Alice es genial. Y lo que siempre me gusta de ti es que me sorprendes con detalles como, tu ya caracteristico repetir los nombres, ahora los numeros.
ResponderEliminarMe encanta, un besote.
Gracias por leer, los nombres repetidos ya no lo puedo cambiar, son tan lindos XD ojala no me pase lo mismo con los numeros, ya seria mucho. Que estes bien, besos.
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