Dear brother,

He tenido que mentir exorbitantemente para que me dejaran el ordenador. Pero no te pienses que miento a todas horas, como antes, ¿de acuerdo?. Ahora mismo es la hora del ‘Happy Time’, como lo llaman aquí. Me parece realmente ridículo, el nombre digo. Nos dan una hora libre para que juguemos con puzles, juegos de mesa, (de hasta ocho personas), también reparten libros, y los más afortunados reciben la visita de sus familiares, amigos, o incluso un cura. ¿Algún día vendrás verdad, hermano? No quiero que venga un cura a visitarme, y que empiece a sermonearme con una de sus homolías. Prefiero que vengas tú. ¿Cómo estás, hermano? ¿Sigues tocando en ese grupo de rock? La primera maqueta no me gustó, ya te lo dije delante de mamá en esa cena de Navidad, ¿te acuerdas? Pero soy indulgente en este tipo de cosas, es más, quiero que me envíes vuestro próximo trabajo. O ven a visitarme y me lo traes, te lo agradecería de corazón. Y si no es mucho pedir, agradecería también que me trajeras una radio con casete, que el señor Gonzaléz nos la rompió con uno de sus psicopáticos soliloquios. Gracias de ante mano. Por cierto, el otro día leí en el periódico que van a echar abajo esa antigua casa abandonada de la calle Martía, donde jugábamos al escondite de pequeños, ¿te acuerdas? Yo siempre me escondía bajo aquél enorme diván. De eso seguro que te acuerdas, hermano. Me encontrabas en apenas dos minutos, y te sentabas en el diván a fumarte un cigarro, mientras yo sudaba de los nervios allí abajo y me moría por el anhelo de ganarte por primera vez, una y otra vez. ¿Si sabías que estaba escondido allí abajo porqué tardabas tanto en descubrirme? Nunca me lo dijiste, hermano. Ahora dicen que van a construir un supermercado o algo por el estilo, y tenlo por seguro, hermano mío, que no venderán divanes, ni nada de eso. Me muero de rabia, no te miento. Siempre ando cabreado aquí dentro. Tal vez lo hayas notado, tal vez no, pero nadie me cae bien, enserio te lo digo. Hay un señora mayor que siempre me incordia con sus recetas, me persigue por todos los rincones del edificio, a todas horas. Me relata unas recetas que no tienen validez alguna en el campo de la gastronomía. La última vez me dijo; “Joven, ¿has probado con juntar sábanas con leche desnatada, y algo de vidrio de bombilla?” No la entiendo, de verdad. Aquí estamos todos locos, hermano, sácame de aquí. Por favor te lo pido....

─Señor Villafanes, se acabó el Happy Time. Debe ir a reposar.
─¡Déjame! Estoy escribiendo una nota a mi hermano. Y no me gusta ese nombre, no lo repita más en mi presencia, ¡por el amor de Dios!
─Vamos, señor Villafanes, acompáñeme.
─Debo terminar la carta y enviársela, ¡cojones!
─Su hermano está muerto, señor Villafanes, lo mató usted, ¿no se acuerda? ¿No ha ido a la visita con el doctor Navarro esta mañana?