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sábado, 14 de abril de 2012

El balcón del departamento 910

Era la tercera vez en la semana que me invitaba a su departamento. No es que no me agrade su compañía pero hace dos meses que me percaté de ese cambio en él. El lugar era precioso, tenía cuatro habitaciones, solo tenía conocimiento de que una de ella era la habitación donde él solía dormir y la otra el baño.

Lo que siempre llamó mi atención fue aquella puerta roja, deseaba saber qué había detrás pero temía preguntarle.

Aquella tarde fue distinta, acostumbraba a no responder mi celular pero por algún motivo que hasta hoy desconozco conteste a penas lo escuché sonar.

-¿Te he despertado?- preguntó con su suave voz.

-No, estaba haciendo ejercicio a las tres de la mañana- dije algo apático, escuché su risa y sonreí inconscientemente- ¿Qué ocurre?-

-Nada, solo quería hablar un poco-

-Has estado actuando extraño está última semana-

-¿De verdad?- dijiste riéndote.

-No juegues conmigo idiota, estoy preocupado por ti-

-Sabes…-

Hizo una pausa de aproximadamente medio minuto pero fue uno de esos silencios que llenan el ambiente de miles de palabras mudas que cualquiera puede percibir. Extrañamente comencé a llorar.

-¿Por qué lloras?- dijiste algo angustiado en tu voz.

-No lo sé… creo que estoy algo sensible- dije soltando una risita nerviosa.

-Gracias Eliot-

-No lo digas-

-¿Qué…?-

-Tengo la sensación de que… te estás despidiendo-

-No seas tonto, te he dicho muchas veces que no creo en las despedidas, solo le dices adiós a alguien cuando no quieres verlo-

-Joshua…-

-Nos vemos Eliot, cuídate-

Me quedé cerca de media hora con el celular en el oído, como si ese solo hecho me permitiera escuchar aquellas palabras que quedaron en el aire. Razones desconocidas en ese momento, me llevaron a tomar mi chaqueta de la silla que estaba junto a la pared y fui en dirección al departamento de Joshua. Tuve suerte de que el conserje ya me conocía, así que no me colocó problemas para dejarme entrar. El ascensor se encontraba en el piso 20 así que no se me ocurrió mejor idea que hacer todo el camino escaleras arriba hasta el piso 9. Podía sentir mi corazón latir con fuerza, las pequeñas gotitas de sudor acumulándose en mi frente debido al esfuerzo físico. Mi corazón casi dejo de latir cuando me detuve frente a la blanca puerta que con números dorados decía 910. No tenia excusas para haber ido a esa hora, ni llegar de improviso pero mi instinto o quizás un impulso, me llevo a girar la perilla de la puerta que casi por arte de magia cedió ante mi tacto y abrió. Tragué saliva con fuerza ante la escena que se me ofrecía, Joshua frente al balcón sosteniendo la barra de metal que servía de protección. El viento acariciaba con suavidad sus cabellos y provocaba que las cortinas levitaran a su alrededor, se volteó sonriendo y entreabrió sus labios para pronunciar dos palabras.

“Nos vemos”

Cuando mi cuerpo reaccionó corrí hacia el balcón quedándome inmóvil, solo lograba ver la oscuridad que devoraba los primeros dos pisos y la acera. Mis lágrimas caían sin parar.

-Ha muerto un ángel-

Los primeros rayos de luz comenzaron a asomarse en el horizonte, comencé a reírme de una manera idiota, quizás por los nervios, la sorpresa o por el mero hecho que el muy idiota lo había vuelto a hacer. Escuché unos pasos tras de mí y me volteé.

-Bastardo, ya es la cuarta vez en el mes que saltas al balcón de abajo-

-Lo siento Eliot, no puedo evitarlo, soy un adicto a la adrenalina- me dijo sonriendo.

-Maldito, la próxima vez que lo hagas, hazme un favor y no me llames-

-No te enfades Eliot, ¿me perdonas?-

-Soy un idiota, haces lo mismo cada mes y sigo creyéndome tus estupideces-

-Eliot-

-Ya está amaneciendo, ¿quieres desayunar afuera?-

-Sí, yo pagaré para compensarte por el susto-

Quizás debí mencionar que Joshua es un adicto a la adrenalina y necesita de emociones fuertes para mantenerse relativamente estable. Es un problema lidiar con él porque me da unos sustos de muerte. A veces dudó seriamente quien morirá primero, ¿Tú o yo? La pequeña vocecita en mi cabeza cree que yo.

1 comentario:

  1. Malvadaaaaaaa por dos razones, pero caso de Daniel Samudio me hizo mas tolerante.
    Yo le habria dicho... la próxima vez yo misma me encargo de que no haya balcón abajo.
    Genial...besos.

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