Todo sería negrura en la inmensa
habitación ovalada de paredes de hormigón, de no ser por la presencia de esa
parca rendija que permite el paso de un único rayo de luz. Por otra parte, y a
excepción de la desnudez de sus muros, del tragaluz y de la sofocante penumbra,
no habría allí nada digno de ser reseñado si no fuera porque en el centro de la
estancia se vislumbra apenas el contorno de un ser que parece estar sentado
sobre una especie de trona alta y robusta.
Por toda la sala gravita un espeso
silencio que resulta tan denso como acre es el olor a sudor, a semen y a
excrementos con el que comparte espacio, quedando ocasionalmente desgarrado por
alguna súbita ventosidad que surge impelida desde el sitial sobre la que sestea
la criatura.
Ésta se encuentra totalmente
desnuda y de su torso penden grávidos abombamientos que le crecen como
imposibles frutos del averno.
Su espalda, orejas, brazos y
piernas aparecen tapizados por un espeso y oscuro vello y un sudor rancio
empapa la poca piel que queda libre sobre su grotesco cuerpo. Destaca sobre el
blanco inmaculado del fofo pellejo cubierto de diminutas pústulas verdosas, el
tono amarillento de las uñas de manos y pies, de cuyos retorcidos dedos, los
hongos han tomado posesión. Bajo el cráneo, parcialmente despoblado y lleno de
ronchas, los ojos, dos estrellas de un demencial gris acerado, casi
transparente, otean la nada sin descanso. Toda la indolencia del resto de su
abotargamiento queda contrarrestada por la agudísima y penetrante esquirla de
consciencia que destella en el centro de sus terribles pupilas.
La sibilante respiración se
antoja escasa para suministrar un mínimo de vida a tanta masa corporal y ni uno
solo de sus músculos parece mostrar demasiado interés por accionar el miembro
que lo aloja.
Desde el interior de su pecho, no
obstante, ha empezado a crecer un rumor difuso que, a modo de borboteo, va
ascendiendo hasta hacerse notorio bajo la generosa papada. Entonces los labios
fláccidos se entreabren, dejando asomar una irregular hilera de lápidas
mohosas.
A partir de ahí todo ocurre muy
de prisa: bajo el fragor de la flema hirviente, las mandíbulas se han abierto en
toda su amplitud cual ominoso cepo, descubriendo la enorme babosa de su lengua
negra e hinchada para, a continuación, escupir, acompañado por un fétido
aliento de muerte, la breve silueta de un murciélago, el cual, con unos breves
aleteos, se introduce por la rendija del muro y se abalanza sobre la sofocante luz
exterior.
No logrará, sin embargo, el
abominable engendro, volar demasiado lejos, ya que pronto habrá de caer muerto
entre las frenéticas pisadas de miríadas de seres que se empeñan sin descanso,
en llenar cada instante de sus míseras vidas con actos y proyectos que les
otorguen un mínimo de sentido, una brizna de consistencia; un mendrugo de
realidad que llevarse cada día a sus aterradas almas.
¡Dios mío! Prácticamente necesito un diccionario al lado para leerte. ¡Maravilloso, Tharkún!
ResponderEliminarAaah la bendita riqueza de las palabras de un riquísimo idioma como el nuestro. Merece la pena ahondar en ellas; son apasionantes! Gracias por estar Didí
EliminarGolum?? Impresionante Maestro, y un placer como siempre, aun no he llegado a necesitar el diccionario pero creo que ya no me falta mucho.
ResponderEliminarMe encanto muchas gracias por compartirlo.
Un besote.
Que oscuridad! y no digo falta de luz, digo oscuridad terrorífica, casi diabólica. Saurom, más bien. Bravísimo.
ResponderEliminarGracias; sé que resulta oscuro pero no creo faltar a la verdad si afirmo que es precisamente la menos tétrica e "inocente" de las frases la que más me repele: la última!
ResponderEliminarLa realidad supera a la ficción. ¿No dicen eso?
EliminarExcelente escrito y a descripción de la criatura, me pareció un poco estar leyendo una de los textos de lovecraft, no en ese nivel de descripción como el tuyo pero el contexto es casi similar.Si que se aprenden palabras nuevas o mejor dicho sinónimos leyendo tus escritos. Excelente!
ResponderEliminargracias alice: el maestro Lovecraft era realmente un visionario que inspiró luego a muchos otros. también a mi.
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