Zac el nigromante

El Mordisco

Zac fue deportado con máxima urgencia a su gremio (siguiendo el protocolo en casos de heridas muy graves y ningún gremio cerca) entre chillidos que helaban la sangre, ningún hechizo podía cerrar esa herida, que emanaba sangre a borbotones a medida que los tentáculos se extendían desde su costado. Fue llevado a la enfermería mientras sus gritos estremecían a todo aquél que estaba en el edificio.

Como el intenso dolor le impedía dejar de retorcerse en bruscos espasmos, no hubo más remedio que sedarlo y atarlo a la camilla.

El médico llegó lo más deprisa que pudo, entró a la carrera en la habitación de paredes blancas. Habían trasladado a Zac a una sala aislada, una especie de quirófano. Las baldosas, el techo y las paredes eran totalmente níveas, y unos focos de intensa luminosidad alumbraban la estancia (sobretodo el centro) desde el techo y el suelo. Además, un conjuro impedía la proyección de sombras en toda la sala pera mayor visibilidad de los médicos a la hora de operar. No había nada en el quirófano, solo una camilla reclinable en el centro y un estante metálico en el fondo con utensilios médicos básicos; del resto se encargaban los médicos nigromantes.

-Bienvenido, doctor Cabestrell- dijo la enfermera acotando la cabeza.

-Hola, Clàudia.- Se acercó a Zac.- Bueno, veamos qué tenemos por aquí.

El doctor Ferrán Cabestrell era uno de los mejores nigromantes del departamento médico de todo el sector catalán. Rondaba los cuarenta y tres años, pero su cabellera ya presentaba unos tonos grisáceos en ciertas áreas e incluso canas tan blancas como la nieve. Vestía una bata blanca sobre un jersey granate, y llevaba unas pequeñas gafas que apenas  se sostenían sobre su reducida nariz, por lo que se las ajustaba constantemente, incluso, a veces, cuando no  le caían.

Se acercó a la camilla arrastrando sus gastados mocasines mientras estiraba unos guantes de látex para acomodárselos en las manos. Echó un vistazo a Zac, que se hallaba soñoliento y aturdido por el sedante. Le habían quitado la camiseta para dejar su herida al descubierto. El doctor observó el veloz avance de los tentáculos y comprobó, después de limpiarla, que la herida había dejado de sangrar, aunque los agujeros de los dientes seguían abiertos.

-¿Te duele aquí?- Presionó una de las marcas de dentadura de las que emergían los apéndices y el estado narcotizado de Zac se esfumó bruscamente en un largo aullido.- Esto es peor de lo que pensaba. La herida en sí ya se ha curado sola, pero la corrupción sigue extendiéndose, por lo que se ha infectado y no puede cerrarse del todo.

-¿Co-corrupción?

-Hijo, has sido víctima de “El Mordisco”, el último recurso de supervivencia de un demi-makai.

-¡¿Mordisco?!

-A través de sus dientes, el demi-makai introduce, literalmente, parte de su esencia, de su propio ser, dentro de su víctima. Y el alma corrupta de un demi-makai es muy, muy venenosa.

-¿Qué me va a pasar?- La preocupación era evidente en el rostro del chico, y su voz sonó ahogada. El médico se limitó a encogerse de hombros. Quería parecer tranquilo y despreocupado, peor su rostro delataba que algo iba muy mal con Zac.

-Estos… tentáculos (que no son tentáculos, de hecho, es solo la forma que ha tomado el demi-makai para avanzar más rápido por tu cuerpo. Se mueve como apéndices para así…

-¡Al grano, doctor!

 Zac sintió una punzada de dolor por haber gritado. Ferràn suspiró y se ajustó las gafas.

- Se extenderá por todo tu cuerpo, cada vez irá más rápido. Y será muy doloroso. Las zonas corrompidas te dolerán como di te echasen un cubo de ácido en ellas. Vas a sufrir, y mucho, para qué engañarnos. Y cuando todo tu cuerpo haya sido corrompido, pues…-

Hizo una pausa.

-¿Entonces moriré?- Preguntó Zac, temeroso de la respuesta que ya era más que evidente.

-Sí, morirás. Pero ojala eso fuera todo. Cuando mueras, la corrupción alcanzará tu sombra hasta arrebatártela, y de ella nacerá un nuevo demi-makai.

Zac estaba completamente desolado. Un atisbo de lágrimas se distinguía en sus ojos cuando preguntó:

-¿Y no hay nada que se pueda hacer?

-Bueno… existe un tratamiento especial… con magia destructiva pero… no sabemos del todo como puede reaccionar tu organismo. Aún está en fase experimental. Ten en cuenta que los casos de demi-makai son muy escasos como para…

-Hazlo.- Cortó el chico en un susurro.

-¿Estás absolutamente seguro? Se trata de magia muy agresiva. Antes de descubrirse esta variante, se usaba un hechizo muy parecido para torturar prisioneros. Además, para que la corrupción aflore como es debido  tendrás que estar consciente en todo momento, por lo que no te podremos anestesiar.

-¡He dicho que lo hagas!

-De… acuerdo. Pero será mucho mas doloroso que la corrupción en si, ya que consiste en forzarla hasta el límite, el shock podría incluso mat…

-¿Es que no me oyes? He dicho que lo hagas ¡maldita sea! Así que hazlo antes de que me haga atrás.

En doctor suspiró y lo miró con compasión mientras se ajustaba las gafas.

-Está bien, déjame reunir a un equipo y me prepararé. Si hay suerte te podremos operar mañana.

-¡Mañana!

- Si tu sorpresa se debe a que crees que es demasiado pronto te diré que no podemos esperar más o la corrupción se habrá extendido demasiado. Si es porque crees que es demasiado tarde te diré que hasta mañana es el plazo mínimo que se necesita para reunir a la gente indicada y cualificada. Nos vemos mañana. Trata de descansar.

Zac fue operado por la tarde del día siguiente, ni se enteró y ya era la hora. El tiempo pasa muy rápido cuando uno va constantemente sedado y narcotizado.

Ferràn entró seguido de un grupo de cuatro médicos más que comenzaron a dibujar  un símbolo alrededor del joven mientras el Cabestrell se acercaba para explicarle sobre la intervención.

-La corrupción reacciona al dolor; cuanto más castigado sea tu cuerpo más deprisa avanzará.- Levantó los brazos a la altura de sus ojos formando un círculo con sus dedos, en el cual una esfera chispeante se formó lentamente.- Esto es una variante de un muy conocido hechizo de tortura, al introducir esto en tu cuerpo vas a experimentar un dolor muy intenso, lo cual hará avanzar la infección, que reaccionará al dolor de su anfitrión. Aunque se irá extendiendo, yo mismo trataré de que lo haga a un ritmo constante y despacio para que no pierda el control. Cunado el nivel sea adecuado, un componente extra en el conjuro hará que deje de avanzar y entonces, activaremos la runa, que debería obligar al demi-makai a separarse de tu cuerpo, como estará  a medio formar, débil e inestable, desaparecerá solo sin un cuerpo. No podemos activar el símbolo directamente ahora porque, por razones que desconocemos, este no reconoce a la corrupción como ser vivo y objetivo válido hasta que no ha adquirido cierto poder. Una vez muerto el veneno, sanamos la herida como una normal y listo.

-Parece sencillo.

-No tienes idea de los años de investigación que han sido requeridos para el desarrollo de estas runas que aún son incompletas y parcialmente impredecibles. Y créeme, cuando el dolor se apodere de tus instintos, no te resultará nada sencillo aguantar sin hacer nada. ¿Listo?

- No, pero no creo que lo esté nunca, asía que cuando quieras.

El doctor hizo descender la esfera, que se fundió con el cuerpo de Zac. Al momento los gritos regresaron con el doble de fuerza a la vez que el chico volvía a sus espasmos, esta vez mucho más violentos. Ahora unos rayos azul cian recorrían todo su cuerpo.

La corrupción crecía por su cuerpo como una plaga de langostas devora una plantación. Ferràn trataba con todos sus esfuerzos de no perder el contacto físico de sus manos con el cuerpo del joven.

Cuando toda la mitad derecha de Zac (Salvo los dedos y parte de la mano y el rostro, por el que ya avanzaban algunos finos hilos) estaba teñida del negro más oscuro, los gritos adquirieron otro tono. A su voz se le añadió otra mucho más perversa, que chillaba y blasfemaba al unísono que la voz de Zac.

A una orden del doctor, el equipo auxiliar activó la runa. Una gran onda expansiva oscura salió del centro de la sala y proyectó a los médicos contra la pared. Al levantarse, Ferràn vio, de pie sobre la camilla, en medio de una nube negra que giraba a su alrededor, el fantasma de un demi-makai semitransparente, gritando de dolor.

-Perfecto, se ha separado y está débil.

Cubrió con un manto púrpura electrizante la palma de su mano y la extendió bruscamente hacia su objetivo.

Pero cuando el pulso impactó contra el monstruo, este no se desvaneció. Su piel de azabache se desprendió como una tira de papel de pared mojado, y se fue evaporando, a medida que mostraba lo que había debajo: El cuerpo de un Zacarías Prat inconsciente, aunque de pie que, una vez la nube negra se hubo dispersado, se desplomó contra el suelo. La herida ya no estaba, la corrupción tampoco.

Ferràn se acercó y comprobó que aún respiraba, lo tumbó en la camilla y jadeó mientras se ajustaba las gafas.

-No tengo ni la más mínima idea de qué acaba de pasar aquí. Por un instante, este muchacho se había transformado completamente en un dmei-makai. Pero bueno… ya no hay rastro de ello. Y, aunque, seguramente tardará en despertar (pero seguro que lo hará), creo que podemos decir que la operación ha salido bien.