Con los brazos en alto y el sonido del lloriqueo asfixiando mis sentimientos, disparé a ese hombre. Un fuerte eco resonó por todo el campo, y algunos pájaros emprendieron vuelo. Lo sentí por ellos, por despertarles del sueño. ¿Qué soñarán los pájaros? Uno de los sueños más deseados por los humanos es una de sus virtudes. Bueno, en fin, la bala le atravesó el cráneo. Volaron restos de vida por los aires, y mucha sangre. Muchísima sangre. Al instante llamé a la policía. Me atendió una dulce voz de mujer, sumamente simpática. Colgué y enfundé el arma. Luego me tendí lánguidamente en el suelo, junto al cadáver, y observé las estrellas durante un tiempo, sin pensar en nada.
La luna seguía resplandeciente entre las altas montañas cuando llegó la policía. Fue más de media hora lo que tuve que esperar. Solo pude ver un coche patrulla. Un agente se acercó.
─¿Es usted el que ha dado la alarma? ─preguntó, mientras enfocaba la zona con una diminuta linterna.
─No, ha sido el cadáver...no te jode─dijo otro agente, desde el coche.
─Deja de whatsappear con tu amante y ven a trabajar, ¡cojones!─ordenó. Y así fue. Salió del coche con linterna en mano y se acercó. Yo seguía sin soltar palabra.
─¿Qué ha ocurrido? ─dijo el primer agente, observando el cadáver─¿Y porqué porras estás en el suelo?
Nada, silencio absoluto. Me miraban como esperando algo a cambio, pero no. No me apetecía hablar, solo reposar en el suelo. El canto de un grillo fue el que habló.
─Riiii, riiii, krrriii....
***
La luna seguía resplandeciente entre las altas montañas cuando llegó la policía. Fue más de media hora lo que tuve que esperar. Solo pude ver un coche patrulla. Un agente se acercó.
─¿Es usted el que ha dado la alarma? ─preguntó, mientras enfocaba la zona con una diminuta linterna.
─No, ha sido el cadáver...no te jode─dijo otro agente, desde el coche.
─Deja de whatsappear con tu amante y ven a trabajar, ¡cojones!─ordenó. Y así fue. Salió del coche con linterna en mano y se acercó. Yo seguía sin soltar palabra.
─¿Qué ha ocurrido? ─dijo el primer agente, observando el cadáver─¿Y porqué porras estás en el suelo?
Nada, silencio absoluto. Me miraban como esperando algo a cambio, pero no. No me apetecía hablar, solo reposar en el suelo. El canto de un grillo fue el que habló.
─Riiii, riiii, krrriii....
Pues si, pobres pajarillos, siempre los estamos molestando con nuestras tonterías. :D
ResponderEliminarSugerente mezcla entre la belleza cotidiana y la grotesca ocasión
ResponderEliminarUn autentico placer leer de nuevo algo tan tuyo Shore
ResponderEliminarBuen relato, el solo lo titulo me ha atraido por que es la gran frase de una gran serie "Nada es tan extraño como la gente"(asi se llama la serie) como sea espero el siguiente, y me has sacado algunas sonrisas con esos dialogos :)
ResponderEliminarHola será que todo texto tuyo tiene ese efecto y esa capacidad de hacerme reír, esas frases tan tuyas, me ha encantado. Muchas gracias por seguir publicando, espero la segunda parte, y mas...
ResponderEliminarUn besote y perdona por comentar antes, andaba medio malita.