Yami no matsuei (4)

Cuerpo compartido, almas separadas.

La joven bajó las escaleras sonriendo y cargando un cuchillo de 15cm de filo, saltó desde la mitad de la escalera, dio una vuelta en el aire y aterrizó suavemente en el umbral de la puerta. Los cuatro hombres fijaron su vista en ella, sus ojos tenían un brillo rojizo mientras agitaba el cuchillo en el aire.

-¿Qué le sucede?- preguntó Nicole algo temerosa.
-Pensé que no volvería a verte- dijo Sebastián mientras sonreía - Mi linda princesita sádica-
-Es mejor que vayas al segundo piso Nicole, quédate en el segundo cuarto a la derecha y cuida de Joshua-
-Pero-
-Está es la razón de Alice sea temida- dijo Jack- Ella es la princesa oscura, es-
-¡Ya basta de tanto parloteo!- dijo la joven demonio, apareció tras Nicole acariciando su mejilla- Hace tiempo que no veía un hibrido, ¿Quieres jugar conmigo?-
-Basta Alice, tú no eres así- dijo Caín.
-¡No me llames así! Esa molesta mujer no está aquí, solo estoy yo-
-Claro- dijo Sebastián mientras sonreía y tomó parte de los cabellos de la joven para besarlos- Vamos a jugar mi querida Lacie-

Sebastián le lanzó uno de sus cuchillos haciéndole un corte en la mejilla para luego perderse entre el bosque. Lacie lo siguió rápidamente alcanzándolo en un claro cercano, colocó su palma en el suelo e hizo que salieran afiladas y largas agujas negras. Sebastián esquivó la mayoría pero no logró reaccionar cuando vio una lluvia de agujas que lo atacaba desde el cielo, alzó su palma derecha y agrupó las gotas de agua que caían creando un escudo solido que detuvo los ataques. Lacie comenzó a reírse.

-Había olvidado que eres un maestro del agua-
-Así es princesa- se quedó de pie sonriendo- Y mi liquido favorito es la sangre- alzó su mano creando una esfera de agua- Y el clima está a mi favor-
-Parece que olvidas quien soy, eres un perro muy malo, no debes morder la mano de tu amo-

Comenzó a atacar a Lacie con esferas de hielo, sonrió al ver que la joven solo podía esquivarlos dando vueltas por su alrededor, cuando la tuvo frente a él materializó una serie de agujas de agua y atravesó distintas partes del cuerpo de Lacie. Retrocedió unos pasos al ver como de las heridas salía un liquido negro. Antes de que lograra reaccionar, la joven apareció tras él y chasqueo los dedos creando una jaula de barrotes negros que encerraron a Sebastián. El demonio golpeó las barras negras sin conseguir liberarse.

-Mierda… me atrapaste- dijo resignado.
-Eres tan predecible Sebastián, jamás podrás ganarme con tu patético poder, ahora- dijo llevando la mano inocentemente a su mejilla- Acabaré contigo-

Hizo aparecer en su mano derecha una larga lanza de cristal, la arrojó al aire y saltó para tomarla dando una vuelta, se disponía a lanzarla cuando una ráfaga de viento la lanzó contra un árbol. Eliot corrió hacia Sebastián e intentó liberarlo, conjuró una espada de fuego y concentró toda su energía cortando los barrotes que seguidamente desaparecieron.

-¿Estás bien, Sebastián?-
-Sí, la princesa me tomó por sorpresa-

Caín observó a su querida princesa que se levantaba enojada mientras un aura negra la rodeaba. Jack hizo una mueca de desprecio, el ser frente a él era el mismo que asesinó a la persona que amaba. Chasqueó los dedos haciendo que algunas ramas salieran de la tierra y apresaran a Lacie, la joven comenzó a reírse y se liberó sin ningún esfuerzo, alzó su mano al aire y la lluvia cesó por completo. Los cuatro demonios se disponían a atacarla pero cayeron de rodillas. Lacie estaba cantando mientras caminaba hacia ellos. Eliot la observó sin poder moverse.

-Es Lilium… ¿Qué vamos… a hacer?- preguntó moviéndose apenas.
-Maldición…- dijo Jack- Había olvidado… lo poderosa que es…-

Lacie conjuró una espada sin dejar de cantar, se detuvo frente a Jack para acabar con su eterna existencia pero una voz la hizo detenerse, sintió unos brazos que la rodeaban desde atrás con fuerza. Chasqueó los dedos haciendo que unas enredaderas negras inmovilizaran a los cuatro demonios. Se volteó enojada.

-Por favor no lo hagas- dijo la joven llorando- No puedes matarlos-
-Cállate, sucio hibrido-
-No dejaré que los mates- dijo Nicole decidida, Lacie se mordió el labio hasta que sangró y la apartó de un golpe.
-Ni siquiera tienes poderes, solo eres una patética mujer-

Alzó el arma dispuesta a matarla y acabar con esa hibrida, la persona que la envió a las profundidades del abismo fue un hibrido, ese sucio hombre acabó con su existencia y apareció Alice. La iba a atravesar cuando alguien la empujó a un lado y la inmovilizó por las muñecas.

-Ya es suficiente- dijo Joshua.
-Vaya, vaya, ¿ahora tendrás las agallas para matarme? Puede que hayas domado a Alice pero yo soy diferente-
-Son la misma persona, sé que no matarías a nadie, tú no asesinarías a nadie, todos esos rumores sobre ti son mentira, por favor Alice, no dejes que ellos tengan la razón cuando dicen que eres un moustro sediento de sangre-

Los bicolores de Lacie comenzaron a perder su brillo rojizo, apartó a Joshua de un golpe y se levantó observando a los demás. Los cuatro demonios permanecían en el suelo inmovilizados, Nicole la miraba sujetándose la muñeca con fuerza.

-Lo hice de nuevo…- se arrodilló junto a Nicole y curó su muñeca lastimada- Es mejor que te vayas…-
-¿Estás bien?- pregunto Nicole indicando el corte en su mejilla- Debe dolerte-
-No es nada… se curara sola- se volteó a los cuatro demonios y los liberó. Eliot la abrazó sonriendo.
-Vamos a casa, tengo hambre-
-Eliot-
-No tienes que preocuparte Alice, si te odiáramos te hubiéramos abandonado hace mucho tiempo-

La joven desvió la vista sonrojándose un poco, se dirigió hacia la mansión perdida en el bosque y fue directo a su habitación para encerrarse. Odiaba convertirse en esa cosa, odiaba su sed de sangre, odiaba ser un moustro.
Se volteó asustada al sentir algo suave por su mejilla. El hombre de cabellos blancos y ojos plateados sostenía una rosa azul.

-Hola Alice-
-Khael…-
-Luces encantadora hoy-
-¡Maldito!-

Quiso golpearlo pero el demonio la inmovilizó sobre la cama quedando recostado sobre su espalda. Alice comenzó a llorar sin lograr moverse. Ese hombre no tenía derecho de invadir su casa ni su habitación, no después de cómo había asesinado a la persona que amaba.

-Estás temblando princesa, trata de relajarte- dijo mientras besaba su nuca- Es extraño ¿verdad? Solíamos ser los mejores amigos pero ahora me odias-
-¡Lo mataste! Maldito… mataste a Gabriel…- dijo entre lágrimas.
-Solo era un patético hibrido, sabes que la basura no se puede mezclar con nuestra raza, tanto tu como yo somos los demonios más fuertes de este mundo, solo la muerte está sobre nosotros pero ese sujeto es demasiado cobarde para interferir, aunque no tuvo problemas en llevarse el alma de tu querido hibrido-
-¿Qué quieres…?- dijo tratando de calmarse- Vete antes de que te asesine-
-Que divertido, me encantaría ver eso- dijo para luego reírse- Sabes que no puedes usar tus poderes, solo Lacie puede hacerlo, en estos momentos eres tan frágil como está hermosa rosa azul, solo dependes de tu apariencia para que nadie te hiera y tu reputación-
-Maldito-

Khael soltó una risita y volvió a besar el cuello de la joven, sostuvo sus muñecas con fuerza impidiéndole cualquier movimiento o que opusiera resistencia. Abrió ligeramente la boca para rasgar la piel de Alice con sus colmillos.

-Que delicia, hubo un tiempo en que yo también fui presa de esos hermosos orbes bicolores pero el encantamiento se rompió cuando te acostaste con ese hombre, no entiendo como preferiste a un maldito hibrido antes que a mí-
-Cállate, Gabriel siempre ha sido y es, mejor que tú-
-¡Él está muerto, olvídalo de una vez!-
-Basta-
-Gabriel murió y no hay nada en este mundo que pueda traerlo de regresó, entiéndelo de una buena vez, se acabo –
-No…-
-Te demostraré que yo soy mucho mejor que él-