Bueno voy a aportar otro grano de arena a
este relato que va formando una montaña cada vez más grande .
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Espera
un poco más mi hermosa amada, cuando la lluvia roja caiga y sea el último de
los vampiros con vida tú regresaras a mí y está vez te quedaras conmigo.
Finalmente
él tenía razón.
“No se necesitan armas para matar a alguien”
Mis ojos yacen cerrados, no sé cuánto
tiempo he permanecido en este callejón, mi piel está débil, el mero tacto del
asfalto viejo lacera mi piel causándome dolor. Tras unos segundos reúno algo de
fuerza y abro mis cansados párpados, y allí está él, apoyado en la pared
opuesta mirándome con esos ojos azules que esconden una fuerza espectral, una
sonrisa se dibuja en su rostro al ver cómo me levanto.
-
Parece
que se digna a despertar después de todo- suelta Joshua mientras relame sus
labios rojos de mi sangre- por un momento pensé que tendría que llevarte a
cuestas hasta algún local vacío para que pasaras el día.
-
¿Cuanto
queda para el amanecer?
-
Tranquilo,
un par de horas por lo menos. Pareces algo pálido, ¿ qué estás enfermo?- me
soltó irónicamente mientras me señalaba con desgana-.
Al oír ese comentario me miro las manos,
han perdido toda la vida robada que tenían, el color rojizo que anteriormente
decoraba mis brazos, ahora deja paso a una transparencia mortecina, dejando
entrever los vasos que hasta hace poco llevaban la sangre de mi amada y mi
hermano. El desgraciado me ha chupado hasta la última gota.
-
Tranquilo,
que tengo una medicina que te curará- tras decir estas simples palabras tira de
la cuerda que sostiene en su mano izquierda, que hasta entonces no había visto.
Al estirar se oyen pasos lentos y torpes de un cuerpo que sale de la oscuridad
de un pequeño callejón más pequeño adyacente al que estamos- espero que te
guste- tras esto soltó la cuerda que sostenía en su mano.
Mis ojos se iluminaron al ver ese cuerpo
que aunque sucio,( probablemente del forcejeo para atarlo), se mostraba su
cuerpo musculado y atlético que ya había visto pocas horas antes y que era mi
presa, y encima servida en bandeja de plata. Hablando de plata…
-
¿dónde
está mi daga?
-
La tengo
yo- mientras afilaba la suya con esta-.
-
¡Dámela!
-
No –dice
entre risas-.
-
¡Hemos
hecho un trato!
-
El trato
no incluye la daga- tras decir esto se la guarda- además, con ella mataste a mi
hermana, me pertenece.
Me encontraba demasiado débil para
discutir, me giro hasta mi “ medicina”, penetro con mis colmillos su cuello
terso y llena del sudor frío del miedo, absorbo sorbo a sorbo cada gota de su
sangre, noto como a cada sorbo su sangre va regando este río seco que son mis
venas, el éxtasi me envuelve, sé que no podré rellenar este baso con su sangre,
pues ahora el vaso está vacío, pero lo estará poco tiempo, la sangre correrá
por estas calles hasta que la última gota colme la sed de que vuelvas a mi
lado, otra vez y para siempre.
-
Tenemos
que irnos, el Sol no se detendrá por nosotros.
-
Ya lo
sé pajarito, además necesitaremos descansar, que las próximas noches tendremos
que preparar algo que se me ha ocurrido.
-
¿De
qué se trata?
-
Paciencia,
solo tengo que decirte, que para poder matar a
todos los vampiros tenemos que atraerlos hasta esta ciudad. ¿Y qué atrae
más a los vampiros, y sobre todo a mi padre?
-
La sangre
– dice Joshua mientras se relame los colmillos.
-
Exacto,
sangre, sangre que va a pintar cada calle de esta ciudad, este coto de caza
privado mío va ha ser exprimido hasta su último aliento, se va a derramar en
más sangre en esta ciudad que en todas las guerras que han asolado la Tierra.
-
Suena
bien – suelta Joshua tras desaparecer por la puerta trasera de un turbulento
bar abandonado.
-
Sabrá
mejor, te lo aseguro – susurro mientras mi mente ata los últimos cabos que
confeccionarán esa cena en la que beberé de mi copa y brindaré por tu regreso-
ten paciencia, pronto estaremos juntos querida.
El relato es algo flojo, pero el
objetivo era poner a huevo al siguiente valiente para que describa la gran
escena que se acontecerá a continuación. Suerte y que la sed de sangre no cese.
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