Después de una larga agonía entre espantosos dolores, la niña Aïcha ha muerto sobre las sucias sábanas de un viejo jergón en casa de sus suegros. Se ha tomado medio bote de matarratas, dejando en el suelo manchas de vómitos y del polvo amarillo verdoso del veneno que ha derramado al caérsele de las manos teñidas de henna.
cuatro
Hace unos días confesaba a su amiga, ahogada en la tenaz marea de sus más amargas lágrimas, lo infeliz que se sentía desde que se había visto obligada a vivir con la familia de su marido, al cual no soportaba, sin que ello fuera óbice para tener que padecer el verlo llegar, como cada tarde, de su trabajo en el campo, atiborrado de hashish, y oírlo arrastrarse, titubeando como una bestia enferma, hasta el cuartucho donde ambos malvivían y donde tendría que rendirse a todos y cada uno de sus repugnantes requerimientos.
tres
Bien es verdad que la boda a la que se vio arrastrada por acuerdo tácito entre los padres de ambos, fue felizmente rematada con un banquete limitado por los carencias que la pobreza provoca; no obstante y aunque fuese por un día, ella pudo estar con sus amigas, con quienes compartió bailes, confesiones y risas. Tal vez las últimas risas que Aïcha se permitiera antes de marcharse para siempre.
dos
Fue durante el mes anterior al evento cuando el padre de la niña, no pudiendo ocultar por mucho más tiempo el cada vez más evidente estado de gravidez de su hija, decidió buscar al padre de aquel hombre, quince años mayor que ella, que la había dejado embarazada. De la reunión entre ambos progenitores, quedaría acordada la fecha de la boda. Cuando el padre de Aïcha volvió a su casa, la niña recibió la noticia como un bofetón y el mundo a su alrededor, dejó de latir por segunda vez en pocos días.
uno
(Faltan cuatro meses para su boda pero ella aún ni siquiera lo sospecha…)
Está atardeciendo. La niña siente que despierta. Al principio no identifica bien el lugar en el que se encuentra. Debajo de su falda nueva (ahora arrugada y mojada), nota el frescor pegajoso de la hierba fresca. De momento no siente el dolor pero un reguerillo de sangre que mana desde su ceja izquierda le está produciendo un leve cosquilleo sobre la mejilla inflamada. No puede ni alzar la cabeza ya que en su lugar, se le antoja que alguien ha puesto una bola de plomo; la siente pegada al suelo del descampado en el que ha despertado sin saber aún por qué.
Ha permanecido unos minutos más en ese estado de expectante duermevela, escuchando el alocado piar de los pájaros pugnando por ocupar sitio en las ramas de los vecinos abetos. Luego el lacerante dolor ha estallado de una vez y con toda su virulencia, ensañándose, despiadado, con su bajo vientre. Ahora puede percibir con horror cómo desde su entrepierna también crece una mancha de sangre que va mojando aún más si cabe, la hierba húmeda que le sirve de lecho. Ahora sí; ahora lo recuerda todo…y…grita su horror con todas sus fuerzas.
cero
Hace un día precioso. Aïcha tiene dieciséis años. Cursa primer año de instituto en la ciudad cercana a la que cada día acude desde su mísera aldea en el campo. Hoy está muy feliz porque no tiene clase ya que es fiesta nacional y está invitada a la finca de unos amigos para asistir a la tradicional matanza del cordero y al subsiguiente banquete. Se ha puesto sus mejores galas, que, para el caso, se limitan a una blusa estampada, una falda amplia que le compró de saldos su madre y unas sandalias muy gastadas. Se ha adornado las muñecas con todos sus brazaletes y se ha hecho teñir las manos de henna.
Después de bailar, comer y reír, el joven, apuesto y serio, se le ha acercado y entablado conversación; ella, halagada (no le parece mala persona), ha mostrado su rubor y, púdicamente, se ha dejado apartar del grupo hasta quedar a solas con él.
Luego el hombre, sentado sobre un tronco derribado, se ha liado un porro y ha comenzado a hablarle, con dulzura, evitando mirarla. Ella ha mantenido los ojos prudentemente bajos, como una gacela tierna y deslumbrada por el poderío del macho.
Ha sido algo más tarde, cuando ella, aparentemente aburrida por la cháchara inconsistente de él, ha querido volver a la fiesta, que el hombre (quince años mayor…) la ha agarrado por los hombros sin soltar con sus agrietados labios la presa donde se consume su cigarro, para tumbarla con la facilidad con la que el viento somete a una amapola, y violarla sin miramientos.
A unos pasos de ellos, la música de los tambores y violines marcan un grotesco contrapunto que viene a herir con más saña aún si cabe que la que emplea él con su miembro viril, la consciencia de Aïcha, que ya empieza a notar cómo el mundo se detiene a su alrededor, en un arrebato de pasmo y dolor eternos.
Está basado en un hecho real (por desgracia, una vez más). Se trata de un experimento literario cuyo efecto necesito contrastar con otras formas de ver. Os lo confío. Gracias.
ResponderEliminarSensei, como decirlo... Impecable y brillante texto, como siempre. No obstante debo decir que no me ha gustado, o no he podido disfrutarlo, mejor dicho. Demasiado intenso, perturbador, y has hurgado en sitios que no me gusta que me toquen XD Yo es que con estas cosas no tengo mucho aguante, sorry boss
ResponderEliminarCuando digo "disfrutar" me refiero a la experienca como lector, no en un sentido literal ya que esa obviamente no era tu intecion xD
EliminarOK no pasa nada hermano. en este caso concreto sí debo asegurarte que de conocer todos los detalles del suceso, real como dije (ocurrió hace unos días en un pueblo de Marruecos)el tópico de que a veces la realidad supera a la ficción se te hubiera echado encima como un cadáver descompuesto. ergo...creo que hasta he sido "delicado"
EliminarUn abrazote, artistazo,ya echo de menos tu contratada calidad!!
Ya había oído de eso, es deplorable. Y es cuanto a tu experimento es curioso, sin duda. Planteas la historia desde el final al principio. Me parece bastante ingenioso. Me gusta XD
ResponderEliminarGracias Black; la verdad es que me dejé llevar un poco por la memoria que guardo de esa original y compleja peli que vi hace ya un tiempo: Memento; si no la has visto, no te la pierdas!
EliminarQUe grotesco y me refiero al tema de la historia y màs especificamente a la escena final. Me parece increible que ocurran asi, en qeu demonios de mundo estamos? Excelente escrito y que bueno que lo hayas escrito con toda la delicadeza posible.
ResponderEliminarLa literatura, es y siempre será la forma mas exquisita de critica social y la mejor manera de hacer una denuncia.
ResponderEliminarCon respecto al texto, la forma de presentarlo me ha parecido la menos cruel de todas, ya que desde el principio sabia que ella estaba muerta, y ver como llegó a eso hizo que pudiera comprender su punto de vista, empatizar con ella, etc, personalmente hubiera escogido una muerte menos terrible para mi que esa, pero supongo que ante el horror de lo vivido la forma de llegar al din era lo de menos, con tal de tener garantizado el fin.
Un besote y lo tuyo es mas que increíble.
Si me lo permites, utilizaré una frase que empleaste tú conmigo en una ocasión y que, si mal no recuerdo, dice así: "Excelente envoltura para un caramelo tan amargo" (Más o menos, ;D)
ResponderEliminarPLAS, PLAS, PLAS!
Gracias. Ante la crítica entusiasta así como ante la adversa (que no es el caso) no tengo más remedio que plegarme hasta hacerme daño en mis castigados lumbares ante vuestro sincero cariño. No sé si os lo dije ya en alguna ocasión: sois mi pequeña familia literaria y como tal, os quiero un montón!
ResponderEliminarGracias again.