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domingo, 25 de marzo de 2012

La caída del ángel


Era uno de esos días en los que de algún modo, uno se despierta sabiendo que las cosas no irán bien.
 
 Hacía semanas que no paraba de llover, y en las afueras de la gran ciudad donde el suelo no está pavimentado y las ruedas de las casas ambulantes se hunden en el fango pegajoso en el que la tierra se ha convertido, una niña pequeña juega como bien puede con una muñeca de trapo descosida y sucia que representa el único y frágil lazo que la une a la inocencia. Mientras la pequeña intenta que su juguete no se desmorone del todo haciendo un nudo en torno al cuello con un trozo de tela que ha encontrado tirado por los alrededores de la caravana donde malvive con su madre, otra niña, pero de aspecto más limpio, con unos zapatos de charol negro y un vestido rosa, muy pomposo y llamativo, tan caro que con lo que costaba podría haber comido una familia de clase media durante un mes, se acerca a ella sin pudor, sin miedo, sin mirar que esa otra enana podría haber tenido piojos, o algo peor.  Cuando la niña pobre, arrodillada en el suelo, se percata de la compañía de la otra, levanta la cabeza y ambas se miran durante un buen rato, sin moverse, sin apenas decirse nada mientras las densas cortinas de lluvia caen sin cuidado sobre las dos, empapándolas por completo.  

Scarlett lleva en su mano derecha otra muñeca, mucho mejor que la de la otra niña, la suya es de porcelana y a pesar de toda el agua de lluvia que la moja se puede ver que es mucho más bonita que la de trapo, con bucles rubios rizados, las mejillas sonrosadas y un vestidito de algodón. La zarandea despacio, agarrándola por un solo brazo, sin importarle apenas que en un descuido caiga y se ensucie o se rompa.

-          -Me gusta mucho tu muñeca.

La niña de la muñeca de trapo mira su juguete, que está hecho un asco, y mentalmente se pregunta por qué esa basura ha llamado la atención de esa otra chica.

-          -Se llama Molly. –Responde con voz apagada.

-          -Te la cambio por la mía. Me la regalaron ayer.

La pequeña observa con detenimiento a Scarlett, la mira con miedo, como esperando que de pronto la niña se eche a reír en su cara y la insulte, como si fuera una broma.

-          -¿Por qué me la quieres cambiar? Molly es fea, y está sucia y rota. No puede gustarte, ni siquiera a mí me gusta.

-          -Yo ya tengo muchas como ésta –Scarlett levanta ligeramente su muñeca- si te la regalo ambas tendremos una muñeca nueva. Yo nunca he tenido una muñeca de trapo.

De nuevo se hace el silencio, roto solo por la voz de un hombre mayor que desde un coche llama a Scarlett a voces para llevarla de vuelta a casa.

Mientras la pequeña niña rica se voltea, haciendo que se balancee sobre su cabecita la coleta que mantiene sujeta su cabellera anaranjada, la otra niña le arrebata la muñeca de las manos en un movimiento ágil y veloz a la vez que arroja sin miramientos a la desecha Molly a sus pies.
Scarlett se da cuenta y la mira satisfecha mientras recoge del suelo el otro juguete y pegándoselo al pecho, como queriendo protegerlo con su propia vida, se dirige corriendo hacia el coche color burdeos que la espera al final de la calle.



Unas manos arrugadas por el paso de los años manejan con maestría un hilo y una aguja afanándose en unir la cabeza y el cuerpo de la muñeca de trapo, amén de muchos otros trozos más que al pasar por la lavadora se han disgregado sin control ninguno.

-          -No entiendo cómo has querido quedarte con esta porquería a cambio de tu preciosa muñeca nueva. - La voz de la mujer, lejos de reprocharle, muestra un delicioso tono de dulzura.

-          -Es que me gusta más que la mía – responde Scarlett mientras se pelea con la toalla para secarse el pelo.- Se llama Molly.

-          -En cuanto tu padre se entere de esto que has hecho se va a poner hecho una furia, cariño… -Sostiene la anciana mientras deja de coser para atender a los apuros de la pequeña.

Scarlett la mira con los ojos tristes, que de pronto aparecen desbordados por las lágrimas.

-          -Pero no tiene por qué enterarse – susurra la criada al tiempo que hace un guiño a la pequeña para que deje de llorar.

Scarlett se seca las lágrimas al tiempo que la anciana da la última puntada a una de las piezas de la muñeca.

-          -Ahora ve a enseñársela a tu madre que está en el jardín trasero, ¡corre!

Y la niña sale escopetada hacia el jardín, atravesando el largo pasillo del piso inferior de la casa, luego la cocina y por fin llega al centro de la zona ajardinada donde, desesperada, busca con los ojos a su madre, que no parece estar por ninguna parte. 

De pronto un ruido estremecedor se oye, un ruido fuerte y casi ensordecedor, como el de un disparo, un ruido acompañado por el sonido del crujir de unos huesos contra la pequeña acera pavimentada de la entrada del jardín. El ruido que anuncia el final de una vida que no debía acabar.
Scarlett se gira despacio, temblorosa, con un temor atroz en sus ojos verdes; se gira para ver cómo de pronto todo su pequeño mundo se viene abajo.

-          -¿¡Mamá!?


10 comentarios:

  1. Me ha enganchado, de principio a fin, un aplauso para ti! ;)

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  2. Guau¡¡¡¡¡ simplemente genial, me has sobrecogido, no esperaba ese final... me uno al aplauso de Dundee... Un besote.

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  3. Vaya que triste historia pero deja varias enseñanzas provechosas para quien las lee, no se puede tener lo qeu se quiere. Estupendo relato

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  4. Uf! Transmites exactamente lo que has pretendido, dejándolo para el final pero envolviendo el devenir del relato en la justa desazón que espera más adelante. Bravo!!

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  5. Que decir... El alma al diablo. No abandones esta saga querida, ya estoy preso.

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  6. Triste historia con un agradable y reconfortante final feliz. Un gusto leerte querida Ladybell.

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    Respuestas
    1. Emmm... estás de coña, no? Es decir, la pobre niña ve morir a su madre, xD. Estás de la olla! UN besote Z.

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