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viernes, 24 de febrero de 2012

Etto... ¿Como te lo digo?


¿Cómo te lo digo?

La situación es algo compleja, ni siquiera la policía especial ni los mayores pensadores de la historia me podrían ayudar, ¡oh! ¿Ahora quien podrá ayudarme? Lógicamente nadie responderá a ese llamado, he visto demasiada televisión últimamente.

Quizás lo mejor sea consultar con mis tres consejeros, en realidad solo son tres sujetos que se reúnen a tomar en un bar pero cuando se emborrachan es sorprendente lo filosóficos y racionales que pueden ser, quizás estos tipos si manejen mejor ebrios.

Corrí hacia la mesa que se encontraba en el rincón derecho junto a la ventana. Para mi suerte los tres están en evidente estado de ebriedad, les expliqué la situación con lujos de detalles y sin olvidar nada de nada.

-Etto… ¿Cómo se lo digo?-

El primero de ellos me mira perplejo, sus ojos azules destellan chispas lo que no es nada bueno porque está en su fase “rosa” pero quizás tenga algo bueno que decirme.

-My lady, que situación en la que te encuentras pero creo que la respuesta es muy sencilla, prepara algo grande, invita a una gran orquesta o mejor aun llévalo a ver aquella película, esa excelente y que nunca pasa de moda, “la sociedad de los poetas muertos” maravillosa película, my lady y cuando lleguen a la escena final, cuando el protagonista se coloca su corona de laureles o algo similar suéltale la noticia-

-¡Estás loco! Sabes muy bien que Joshua no puede ver esa clase de cosas, su hermano se suicido el mes pasado-

-My lady, ¡Entonces simplemente suéltaselo! Ya está grandecito como para que andes con rodeos-

-Estúpido sentimentalista-

Observe a aquel de cabello negro, tan negro como la noche y cuyos ojos verdes resaltan como reflectores, pensé que me seria de utilidad pero andaba en su fase negra, la misma de “todos me odian, nadie me quiere”

-Que importa como se lo digas, así es la vida, ¿acaso tenemos otra opción? ¿Acaso hay un modo de que todos sean felices? Las personas más felices son aquellas cuyo deseo se cumple pero cuando se realice inevitablemente alguien sale herido. Es un mundo de mierda… ojala fuera tan afortunado como Joshua-

-¡Estúpido cretino! Te golpearía pero con la reseca que tendrás mañana me las pagaras-

Finalmente dirigí mi mirada a mi última salvación, ese sujeto de mirada fría, quizás no era buena idea, si por algo se caracterizaba era su tonta actitud de tomar todo como un chiste.

-No veo porque te complicas tanto, ¿sabes que haría yo?-

-Dime-

-¿has visto esa nueva promoción en las bebidas? Aquella del vale otro o sigue participando-

-No entiendo tu punto-

-Haz lo mismo, toma una de las tazas de porcelana, sírvele un té, un jugo, lo que sea y en el fondo le escribes el mensaje “se acabo, suerte para la próxima”-

-No puedo creerlo, ¡eres el imbécil más grande del mundo!-

-O podría ser un aviso en el diario, hay toda una página para esos anuncios-

-¡jodete!-

Sabía que no podía confiar en esos malditos borrachos, aun tenía un grave problema por solucionar. Me apresure en llegar a casa y entré sin hacer ruido, distinguí la silueta de Joshua en el sillón gracias a la tenue luz proporcionada por la luna, me acerqué seriamente y quedé tras él.

-¿Tenemos que hablar cariño?-

-Dime-

-Etto… ¿cómo te lo digo?- permaneció en silencio- veras es que… hoy fui a ver al doctor y dijo… el dijo que…-

Ya estaba aquí, solo debía soltar la bomba y esperar que ocurriera lo que debía pasar. Cerré los ojos suspirando y simplemente lo grite, que por lo demás fue una forma poco elegante de anunciarlo.

-¡El doctor dijo… que te quedaban tres días de vida!-

No recibí contestación, de seguro le afectó mucho y mi sutileza para la situación fue estúpida, coloqué mi mano en el hombro de Joshua y este cayó a un costado del sillón, encendí la luz y me arrodille a su lado llorando, di un sonoro grito al ver ese estúpido maniquí recostado en el sillón.

-¿Qué demonios…?- pronuncie apenas, una mano en mi hombro me hizo voltearme- Joshua-

-Lo siento cariño, no pude resistirlo-

-Idiota… ¿escuchaste lo que dije?-

-Sí, olvide decirte que el doctor llamó como hace quince minutos, los exámenes estaban equivocados, al final solo fue un resfriado común-

-Maldición…serás un niño Joshua, ¿tienes idea de las infernales dos horas que he pasado?-

-Lo siento, es que llegaste tan seria, no pude resistirme-

-Idiota-

-Vamos a dormir cariño ya es tarde-

-Claro-

Y a la mañana siguiente se desató la desgracio, Joshua yacía sin vida a mi lado…

Solo bromeo, el infeliz vivió mucho tiempo. Al final eso me hizo darme cuenta de algo, no hay manera posible de suavizar tamaña noticia, la próxima vez haré lo que dijo ese idiota, solo que compraré una bebida y escribiré en la tapa “Game over” eso es mucho más creativo que su tonta taza de porcelana.

3 comentarios:

  1. Como extrañaba leerte y esos finales :-) si excelente idea la de lata, se aplica tambien para dejar novios no??
    jajajaja
    Besitos

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  2. Me ha caído muy simpático tu relato Alice. De una tragedia siempre se puede sacar alguna sonrisa no?. Bravo.

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  3. Pues tienes razón, al final con noticias como esa cuanto más tratas de suavizarla más metes la pata cuando lo sueltas. Yo me inclino por dejarle un sobre son una carta del mismo tipo (mala suerte, vuelve a intentarlo) dentro.
    O al estilo Willy Wonka, con una tableta de chocolate. PERO NUNCA EN TAZA DE PORCELANA.

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