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lunes, 20 de febrero de 2012

EL DÍA MÁS LARGO (By Gandalf)

A un paso de que amanezca, Lucía aún duerme. Entregada a su dulce inconsciencia y apenas cubierta por una liviana sábana de raso, la joven yace rodeada de sus objetos cotidianos que, como mudos testigos del eterno devenir de los vivientes, sestean indolentes.

De repente, un jirón de melodía, escupida a medio masticar por el despertador, saja de parte a parte la estrecha franja donde cohabitan sueño y vigila y Lucía se despierta. Son las seis.

Mientras desayuna, va oyendo, aún prendida en las renuentes brumas del sueño, el metálico fluir de las noticias en la radio. Luego camina hasta el dormitorio y, profanando la paz del ropero, coge un vestido. Finalmente, aferra el bolso y el abrigo, mientras se calza, en precario equilibrio, unos zapatos de medio tacón que la habrán de conducir, con un repiqueteo vivaz y obstinado, por las aceras aún tintadas de amanecer.

A medio camino entre su casa y la estación donde suele tomar el tren que la deja cerca del trabajo, es presa de un súbito temor que hace que sus manos vuelen inquietas hasta la suave entraña del bolso, constatando, alarmada, que se ha dejado olvidado el teléfono móvil. Incrédula, se ha parado en seco; la frustración ensombrece sus finos rasgos. ¡Perderé el tren! La idea se ha instalado de forma tiránica en su mente, eclipsando a cualquier otra. Clavada sobre la acera, Lucía sabe que debe tomar una rápida decisión, así que, con un exasperado bufido, se vuelve y echa a correr. Una vez en casa, y ante la irritante indiferencia de muebles y enseres, empieza a buscar. Entretanto, no deja de lanzar miradas al reloj cuyas manecillas apuntan al 7 y al 11. ¡Las siete menos cinco! ¡Ya no llego! Pero entonces, sobre el óvalo congestionado de su rostro, se abren de par en par las ventanas de unos ojos grises como lunas; ¡acaba de recordar! Resuelta, irrumpe en el dormitorio para apoderarse del teléfono, que reposa, ajeno al frenesí de su dueña, sobre la mesita de noche; luego lo suelta, con rabia, dentro del bolso. Mientras lo hace, su mente va reviviendo la escena, acaecida la noche anterior, en la que se ve a sí misma atendiendo una llamada inesperada y cómo, de forma absolutamente inusual y probablemente debido al sueño y la fatiga, apaga el aparato, dejándolo lejos de su sitio habitual.

Dando la espalda al calor de su apartamento, Lucía se apresura de nuevo hacia la calle y mira el reloj. Consciente de que ha perdido el tren, decide llamar a un taxi.

Ha tardado más de lo deseado en encontrar uno, pero una vez dentro, intenta relajarse, reclinándose muellemente en su asiento. En la radio se van turnando voces que suenan ora burlonas, ora acaloradas. Sobre el salpicadero, dígitos rojos indican que son más de las siete y media. Lucía calcula que aún dispone de más de veinte minutos antes de llegar a su destino, pero, cuando está a punto de dar una cabezada, un formidable estampido hace vibrar el frío aire de la mañana. Tras soltar un improperio, el conductor aminora instintivamente la velocidad. ¿Ha oído eso? ¡Parecía muy cerca!, exclama mirando a la joven por el retrovisor. ¡Qué raro!¿no?, responde ella insegura; luego se pone a mirar a través del cristal: unos gorriones levantan el vuelo alarmados, dejando atrás las migas que un momento antes picoteaban. Con un aletargado asombro espejeando en sus pupilas, ha alzado la vista hacia el azul turquesa del cielo que se va tiznando de un humo negro, espeso y malsano. En la radio acaban de interrumpir la programación habitual para dar paso a una noticia de última hora. Lucía se vuelve para escuchar cómo la locutora da detallada cuenta de los estragos causados por la bomba que, minutos antes, ha estallado en el tren que tenía que haber cogido para ir a trabajar.

En la calle, una horrísona algarabía de sirenas y gritos comienza a profanar el sepulcral silencio que, como un siniestro sudario, se ha abatido sobre la ciudad.

Son las ocho menos veinte de la mañana del 11 de marzo de 2004. Va a ser un día muy largo en Madrid

8 comentarios:

  1. "El día más largo" es también mi escrito más largo en Top hasta la fecha y espero que no sirva de precedente ya que siempre he tenido horror a aburrir a nadie con mis rollos. Por cierto...¿alguien sabe qué enfermedad en forma de una suerte de somnolencia y abulia tenaz se ha adueñado, de un tiempo a esta parte, de esta bendita página? Espero que se trate sólo de una gripe pasajera.Veremos...
    Besos y achuchones.

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  2. No puedo creer que me concedas (a mí y al resto, claro) de nuevo el privilegio de disfrutar de esta pequeña joya... Loores a vos!! (No sé de dónde saqué esto, pero me encanta!! ;))
    Volverán, como el otoño... (Espero que un poco antes...)

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    Respuestas
    1. Lo de loor, my dear, creo que lo empleé yo mismo algún día por estos lares y es que me encanta poder recordar de vez en vez que para nada se agasaja a nadie en "olor" de multitud (qué asco!)como pésimamente solemos, si no más bien en "loor" de multitud, que es algo, a todas luces, muy diferente. (ea! magister dixit!!) XDDD

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  3. Wow, yo no lo había leído y es simplemente impactante, un dia que marco al mundo, no solo a ustedes, e hizo que ya nunca mas una se sintiera segura en un carro de tren.
    En fin, Como felicitarte, no puedo, simplemente una petición seguid enseñándome maestro. Un besote.

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  4. Con respecto a tu pregunta, pues no sé del resto, puedo hablar por mi, he tenido algunas dificultades que me han impedido poder escribir... pero ya llega marzo y espero volver con todo, pa mi el año comienza en marzo jeje.
    Espero que el resto de la familia se ponga las pilas y nos pongamos a escribir y comentar, Un besote.

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  5. Vaya relato, yo que criticaba la impountualidad tendré que seguir ese ejemplo y volverme impuntual de ahora en adelante, varias han zafado de esa manera. Excelente relato. felicidades.

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