Aquella despedida.

Mientras escribía el comentario llegaste una vez a mi memoria, y aun lo recuerdo como si fuera hoy.

Y ya han pasado qué?, apenas 15 años, y aun duele como si fuera hoy.

Lo recuerdo como si fuera hoy, mi padre decidió que sería la ultima en partir, mi madre y mis hermanos salieron primeros, recorrí esa casa por ultima vez, no era muy grande y la verdad no me gustaba, así que salí al patio, ese si era mi lugar preferido, me despedí de mi perro que descansaba hace algunos años abajo de los rosales, y del gatos que no vendrían, mis padres habían decidido que esos animales no extrañaban ni desarrollaban lazos, por lo que ellos no estaban incluidos en el viaje, jugué con ellos por ultima vez y respire hondo, estaba emocionada por irme, un cambio de país siempre es una aventura, pero no por ello menos dolorosa. (Y sin embargo, solo para que sepa, soy culpable de que nos vayamos de ese país, de este viaje, así me lo ha dicho mi madre y también tengo la culpa de cuando temblor o erupción volcánica hay, a que no pensabas que era tan poderosa? :-P)

 El aire trajo un olor a tierra mojada y ese olor a hierbas del campo que jamás volvería a sentir, pero lo que la mente no sabe, el corazón lo presiente y bebí ese aroma como sí se me fuera la vida en ella, sentía una extraña sensación de ser observada, lo sentía a él, mi guardián, mi mejor amigo, se me declaró tantas veces, y mi cobardía me impedía si quiera soñar en estar con él, pero hace unos días, semanas quizás, solo deseaba que dejará de preguntar si podía besarme y simplemente lo hiciera, yo no tenia el valor de decir sí, aunque todo mi cuerpo lo deseara.

Busque con la mirada, desde donde me observabas y te encontré, sobre el gran olmo de tu patio, en la cúspide con visión total de cada uno de mis pasos, me viste mirar, sonreírte y desapareciste, la voz de mi padre me dijo que entrara, mientras que una leve lluvia comenzaba a caer.

El taxi llego 15 minutos después, yo salia con mi maleta y ahí en la puerta de mi casa estabas tu mirándome acusadoramente, las lagrimas anegaron mis ojos y la voz de mi padre y esa frase que me marcó para toda la vida: No llores nunca por una despedida, eso muestra debilidad; recogí mis lagrimas, pero la vida a veces es mas justa de lo que uno cree, y hubo mucha agua corriendo por mi cara, medio minuto afuera y quede mojada hasta el tuétano, la tenue lluvia era ya temporal, salí con mi maleta y la tira se corto, resbale por supuesto, no sería yo si no resbalo, me tropiezo o caigo,  y ahí estuviste para evitar que no cayera, tomaste mi maleta y la subiste al auto, tampoco te permitiste llorar, y sin embargo habían tantas palabras no dichas en el encuentro de esas miradas, tantas lagrimas en estas dos figuras todas empapadas, un ultimo roce de nuestras pieles y te aferraste a mi mano como si quisieras quedártela para siempre, pues algo si sé quedo ahí ese día, perdido para siempre en unos ojos verdes.