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domingo, 30 de octubre de 2011

La fría gota de lluvia que ahogó mi ser


Una vez más, yo solo con una página en blanco que llenar.
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La lluvia golpea mi rostro, otra vez yo en la noche, tan muerta como siempre, tan solo la luz de una farola me permite ver por donde pasan mis pies. La lluvia es tan fría e inerte como siempre, su frescor me limpia, poco a poco los instantes con la lluvia se hacen más íntimos, inundando mi interior, los huesos no son más que dolorosos obstáculos para este frescor externo.

La noche avanza, al igual que mis pasos, unos pasos que me llevan a un lugar donde ellos se  sientan a gusto, deambulando sin rumbo, recorriendo calles conocidas, un banco vacío decora la oscura calle, me siento para disfrutar de la lluvia una vez más. Puedo sentir como mi corazón se ahoga, su calor lucha por no morir en mi pecho mientras la lluvia me limpia, me enfría y me retiene en una noche que no es la mía.  Mi ropa no es más que un pesado lastre que me impide levantarme. Ya no soy dueño de mi cuerpo, la lluvia se lo ha hecho suyo, no me importa, ya no lo quiero, prefiero seguir sintiendo este doloroso fría en mi piel que arriesgarme a que pueda quemarme por el roce de unos dedos conocidos, de unos dedos llenos de vida, no volveré a quemarme, no me da miedo que calienten mi piel, tengo miedo a enfriar esos dedos que recorren mi ser con tal libertad, no seré yo quien quite esa vitalidad, no pienso dejar que muera por mí.

Mis ojos húmedos por las lágrimas del cielo, me permiten ver a una persona que lentamente se me acerca en la oscuridad de la lluvia y el silencio de la noche, con una sonrisa en la boca y brillo en los ojos. La perfección de sus movimientos resaltan su bella figura, sus cabellos castaños caen sobre sus húmedos hombros, con la forma de una cascada, sus cabellos caen sobre su pecho.

“Otra vez ella, no puede ser, no quiero que sea, no ahora”. Con una de sus miradas acelera mi ser, con una de sus delicadas manos me tiende ayuda, mientras musita unas palabras. “¿Por qué te escondes? Me ha costado encontrarte en la oscuridad de la noche”. Mi corazón se calienta, el frío de la lluvia se dispersa en mi alma, otra vez sucio, otra vez este sentimiento, otra vez ella, otra vez esclavo del deseo, otra vez la enfriaré. Pero esta vez no, extraigo lo que con tanto recelo guardo, esta noche está en mis manos cambiar, con esta estaca de muerte, esta estaca fabricada en el lugar más oscuro de mi mente, más tenebroso que el mismo infierno. Agarro la estaca en mis manos firmes, apoyándola sobre mi pecho, mi corazón grita auxilio desesperado, mi mente intenta impedírmelo, pero sé que tengo que hacerlo.

Pero tenías que volverlo a hacer, depositar tu mano sobre la mía, obligar a mirarte a tus ojos cristalinos mientras tu observas los míos, no, esta vez no te enfriaré, no lo volveré a matar.





P.D.: Continuación de "Una noche." 

4 comentarios:

  1. excelente relato y el final me gusto mucho, acertada decision. felciidades.

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  2. ¡Buah! Cuiri si sigues continuándolo me pondrás la piel más de gallina, excelente descripción de una melancolía muy intensa y que habla por sí sola, bravo.

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  3. Mis felicitaciones... magnifico...mil gracias por compartirlo, no te imaginas lo mucho que me gusta leerte.

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  4. holaa
    me paso para decirte heyyy escribes geniall ... cuando act para leer mas
    saludes

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