ESPECIAL HALLOWEEN: "¿A dónde vas con tanta Prisa"

- Shhhhh, no hagas ruido es peligroso, debes estar tranquila y callada, creo que te sientes sofocada, lo sé es un espacio muy pequeño. ¿No le temes a la oscuridad o si?, sé que hay poco espacio para moverse, pero no pude encontrar más. Imagino que con un poco de tiempo y voluntad te acostumbraras-  una voz la termina de despertar.

 

La tetera hervía sobre la hoguera, el crepitar del fuego resonaba en la silenciosa noche, un olor a roble quemado inundaba el aire. Él tranquilo y sonriente, se dedicaba a llenar parsimoniosamente una taza, el olor del café invadía poco a poco el cuarto mezclándose con el olor de la madera quemada, pero ella encerrada en la caja solo sentía la oscuridad cerrándose a su alrededor, sofocándola, no podía ver nada y apenas tenía movimiento, una angustia insoportable comenzó a invadirla. Pero ¿A dónde quieres ir? ¿Tienes prisa?, esa voz, esa voz que hace ridículas preguntas. 

En su mente solo dos preguntas rondaban velozmente en busca de una respuesta, ¿Dónde estoy? Aguzaba el oído en busca de pequeñas señales, afuera solo escuchaba el monólogo distante de una voz que no lograba oír bien y menos identificar, con quién demonios hablaría este loco y nuevamente el dónde estoy, seguido de un ¿Por qué no logro ver nada?, con absoluta impotencia intentaba penetrar la oscuridad que la envolvía, al tratar de moverse sentía caer sobre si pequeñas partículas de algo, ¿será tierra acaso?. 

-¿Quieres café?- una pregunta ridícula, solo quería salir de ahí, correr a casa, sin embargo de sus labios salió un sí por favor sorprendiéndola a sí misma. 

Pero -¿Hacia dónde quieres ir con tanta prisa?- nuevamente la voz.

 

Sintió una mesa rechinar contra el suelo, alguien la arrastraba, luego unas tablas, finalmente la tapa que la privaba de luz. Al quitar la tapa, la sola luz de la hoguera, esas llamas saltarinas la cegaron, por acto reflejo cerró fuertemente sus ojos sin ver quién la tocaba, solo sintió una mano huesuda, como la de un horrendo esqueleto, ceñirse sobre su hombro y se vio obligada a incorporarse. 

Acomodó sus ojos al brillo inestable de las rojas llamas que iluminaban la penumbra, miró rápidamente la habitación, un cuarto pobremente amueblado con paredes mustias de piedras negras, el único toque de color era dado por el gato amarillo de ojos verdes que la observaba y luego el foso de donde venía saliendo, con pavor vio que esa caja donde se encontraba era un ataúd. Miró asqueada al dueño de aquella mano huesuda, un anciano famélico de ojos hundidos, grises, con apariencia frágil. Pero debía ser eso y nada más, solo la apariencia, después de todo, se las había arreglado para encerrarla en esa caja, pero ¿qué pretende hacer conmigo?, se preguntaba. Mirando a su alrededor vio que sobre una mesa desvencijada habían varios cuchillos y un viejo revolver. Sentía su corazón bombardear sangre a máxima velocidad, sus manos sudorosas, su boca reseca, el anciano le sonríe, una mirada extraña, ¿cómplice o lasciva? se pregunta en silencio, ¿Qué opinas?, lo miraba incrédula, él le extiende una taza con café, ella lo toma y observa el contenido, un brebaje opaco y lodoso se remueve en el interior del recipiente, decidiendo rápidamente arroja el contenido sobre el rostro del anciano y lo golpea, un solo empujón basta para arrojarlo sobre la desvencijada mesa terminado con su estabilidad, mesa y anciano al suelo. 

Mira decidida a la ventana y se lanza. La luna es testigo silenciosa de la frenética huida. 

Descalza va por un descuidado jardín, las enredaderas rasgan su pálida piel. La sangre deja una senda de perlas carmín a su paso. 

-¿Hacia dónde vas con tanta prisa?- 

Apresura sus pasos, el olor a leña quemada inunda sus sentidos, el vestido blanco se rasga con las espinas de la zarza dejando trozos que revelan su camino, el ladrido de los perros se acerca, al igual que el trote de su perseguidor. 

-¿Hacia dónde vas con tanta prisa?- la voz la oye muy cerca y vuelve a apurar el paso. 

-El acantilado te limita, ya es tarde, las sombras te rodean, ahora sientes los perros encimas, más pasos, más voces y un disparo rompe la quietud de la fría noche. La luna ilumina tu angelical rostro y tu cuerpo sin vida. 

-¿Hacia dónde vas con tanta prisa?- comienzo a reír- claro, hoy es la cacería de brujas- 

Atrapen al gato que ríe. 

¿A dónde voy con tanta prisa?