Es lo que soy

Dicen que el tiempo cura las heridas, te ayuda a superar lo malo, a olvidarlo o aceptarlo y continuar pero… ¿Qué ocurre con quienes no pueden hacerlo? ¿Qué pasara con aquellos que no cuentan con esa habilidad o tienen esa suerte? La respuesta es muy simple… acaban como yo… tres metros bajo tierra, en una caja de madera y rasguñando la tapa, en un inútil intento por abrirla, y obtener el anhelado aire para continuar viviendo.

Tres horas atrás…

¿Qué demonios hacia ese hombre ahí?, bien, no me interesa, mientras no me molesten que hagan lo que deseen. Continúe bebiendo mi café hasta que unos pasos se detuvieron frente a mí.

-hola Alice- hola Eliot- respondí fingiendo una sonrisa amigable- ha pasado mucho tiempo- si… ¿Qué quieres?- no has cambiado en nada, luego de lo que me hiciste hace tres años pensé que te arrepentirías- no realmente, tu sabes mis motivos- ¿podemos hablar? Por los viejos tiempos- claro pero hazlo rápido tengo un compromiso- ¿quieres algo de beber?- un café-

Lo vi ir a pedir nuestra orden y me voltee a la ventana, odiaba la idea de tener que lidiar con Eliot era una verdadera molestia. Bebí rápidamente el café y aguante unos minutos de fingida conversación.

-ya debo irme- te acompaño- no es necesario- por favor, tengo algo más que decirte- bien pero hazlo rápido-

Fuimos por la acera hasta que nos detuvimos en el parque. Eliot me observaba fijamente estaba tan concentrada en sus palabras que reaccione cuando me abrazo.

-te amo Alice- Eliot…- siempre serás lo que más amo, mi adorado demonio-

No alcance a reaccionar hasta que sentí un golpe en mi nuca que me dejo inconsciente, no sé cuánto tiempo paso pero cuando me desperté estaba atada de pies y manos y sobre… ¿un ataúd? Esto tiene que ser una broma, vi a Eliot acercarse pero no venia solo, esa mujer sonrió cuando nuestros ojos se encontraron.

-hola Alice, ha pasado tiempo, ¿me recuerdas?- le devolví la sonrisa- claro camelia, eres la mujerzuela que se interpuso en mi camino- me abofeteo con fuerza pero Eliot la detuvo- cálmate cariño- ¡eres una maldita!, pero ya no causaras dolor…- así es, es hora de que duermas, mi precioso demonio-

Antes de que pudiera objetar algo cerraron la tapa y luego solo me rodeo el silencio, la oscuridad me imposibilitaba ver y por más que rasguñara la tapa no cedía, la falta de aire se hizo presente y caí en la inconsciencia.

El hombre que vestía de negro dejo el cuerpo sobre el pasto y posó su mano en el pecho de la mujer, susurro un par de palabras y ella abrió los ojos sonriendo.

-llegas tarde zehel- lo siento ama, el tiempo es distinto en ambos mundos- no es excusa para tu retraso- lo siento…- está bien tesoro, vamos, tenemos que encontrar a esos idiotas antes de que se vuelvan a escapar- como ordenes Alice-

Ese día acabe con Eliot y la mujerzuela esa, ambos tenían razón soy un demonio así que la próxima vez se pensaran muy bien el volver a tocarme, porque…

“los demonios como yo no tenemos piedad, sentimientos, ni emociones, solo una memoria que jamás olvida la traición, el dolor y un corazón en el cual las heridas no sanan solo aumentan recordándonos el propósito de nuestras vidas: venganza”