Realmente
ha pasado mucho tiempo desde que me prometí no volver a romperme, pero
necesitaba desterrar estas emociones... y exploté. Quizás me dejé llevar
demasiado por la rabia que me causa tu simple presencia. Tan solo he
tenido que cruzar una mirada contigo para que todas las imágenes de esos
besos primaverales resurgieran. Y ha pasado lo que tenía que pasar, que
mi despecho ha salido volando hacia tus oídos. No sé si ha sido lo más
correcto, pero ha sido el esfuerzo suficiente para preguntarme por ti,
para aflorar sentimientos olvidados, para acordarme de noches esperando
llamadas y lágrimas que expulsaban pequeñas espinas. Y duele, duele
mucho. Quizás ya no es amor lo que me hace estar así, sino el simple
recuerdo de tanto dolor provocado por una sonrisa que un día me pareció
la más maravillosa del mundo. Surgen dudas, surgen ganas de probar,
surgen deseos de estallar y sobre todo, surgen ganas de llorar. Dicen
que quien tuvo, retuvo... y yo estoy de acuerdo. Indudablemente retengo y
mucho. Retengo la rabia de una prometida eternidad con final, y no
precisamente feliz. Creo que me he roto una vez más por culpa de alguien
que no supo valorar que una persona es capaz de amar. Ya no te quiero,
es cierto, pero pensar que todo lo que di cierto día fue
en vano hace gritar al corazón. ¿Quieres saber qué peculiar forma de
gritar tiene el mío? Lanza impulsos tan grandes que bañan mis ojos.
Cuando una persona se ilusiona, hace falta muy poco para romperla por
dentro... y cuando no se encuentran razones, solo queda pensar que fue
por afán de hacer daño. Así me siento cuando te veo, como una marioneta
que cortó sus hilos a base de lágrimas y que con una vaga imagen, sus
sentidos se inundan de melancolía al sentirse de nuevo encarcelada por
unos ojos que solo vieron en ella un medio para jugar. Y sí, realmente
duele. Duele recordar que fracasé una vez más y aunque haya pasado tanto
tiempo, para el dolor no existen las fronteras temporales. No sé qué
tipo de persona eres, o quizás sí... quizás no quiera reconocerlo... me
vale con saber que a partir de hoy serás consciente del daño que
provocaste con tus juegos. Ojalá no hubiera pasado así, ojalá hubieras
sido consciente de lo mucho que te quise, ojalá me hubieras valorado a
tiempo, ojalá me hubieras querido al menos la quinta parte de lo que yo
te amé... pero ya es tarde para todo. Pero como siempre, al dolor todo
le resbala y viene corriendo hacia mi. De toda experiencia se aprende,
¿no? Yo no sé lo que he aprendido de esto, quizás a aceptar que el dolor
es parte de la vida y que hay que saber aceptarle y plantarle cara.
Pero lo que verdaderamente espero es que el que haya aprendido seas tú.
Puedes quedarte con que un buen día, un juguete que duró una primavera
te gritó hasta vaciar su rabia por despecho... pero creo que te
resultará mucho más útil quedarte con la versión de que el amor no es un
juego, que una persona no es un instrumento para usar y tirar y que en
la vida hay que pisar con pies de plomo, porque con una simple mirada de
indiferencia puedes romper todas las ilusiones de alguien... y eso, por
experiencia, duele.
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